lunes, 6 de julio de 2015

artículo para contrapunto.com (26 04 2015)



“Estimado Armando Luigi Castañeda, la Editorial Contrapunto de Venezuela lanzó en junio de 2014, el portal informativo y de opinión Contrapunto.com (…) estos columnistas recibirán un pago mensual de (…)”
-¿Cuántas cachapas con queso y cochino hacen esto, más o menos? - le pregunté a mi mujer. 
Como, por la inflación, desde hace tiempo la moneda venezolana para mí dejó de significar algo, la solución que encontré fue relacionar el bolívar fuerte con lo que se llevó la mayor parte de mis euros la última vez que visité el país: la cachapa con queso y cochino; un economista creo que lo llamaría “paridad cambiaria”, y funciona así: X Bs.F = 1 cachapa con queso y cochino = X €. Cuando cae el bolívar, sube la cachapa con queso y cochino, pero ésta no cambia su valor en euros.
- Déjame preguntarle a una amiga, luego te digo – me respondió.
 De todos modos, cuando vives afuera, no es por dinero que escribes para una publicación venezolana: sea cual sea el pago, aunque consigas cambiarlo a moneda extranjera rápidamente, no será nada. Uno escribe para “existir” en Venezuela, para que no terminen de olvidarte. Lo del dinero sólo sirve para conocer la “seriedad” del medio que te hace la propuesta.
“La intención es contar con columnistas que posean una visión amplia de la realidad venezolana y si es posible latinoamericana e internacional (…) En tu caso, considerando el tiempo que llevas viviendo en el exterior [el mismo tiempo que Venezuela disfruta de su “Revolución”, porque me fui justo antes de que comenzara] y tu experiencia como escritor y fotógrafo, te proponemos trabajar las columnas para escribir, en clave de crónica, las experiencias que vas viviendo como venezolano en el extranjero (…)”
- Está bueno, ¿no?, la idea – le comenté a mi mujer, que se había asomado a leer – Con eso me obligo a escribir más. Puede ser divertido. Sobre todo porque pareciera que tengo libertad de hablar de los viajes o de lo que sea, por lo que dice un poco más adelante. Si tuviera que reducirlo a la vida cotidiana en dos meses ya me quedo seco.  A ver qué me invento para empezar.
Todo esto fue a principios de mes, pero hasta hoy no había podido volver al tema, ayer me tocó presentar un examen de las oposiciones para entrar a trabajar como profesor de la Educación Nacional. No se veía bien ponerme a escribir por gusto, se suponía que tenía que estudiar para el examen. Pero cuando se tiene el mal hábito de la escritura, siempre, voluntaria o involuntariamente, se están rumiando ideas.
Por ejemplo, podría comenzar hablando de cómo uno, sin darse cuenta, se va “desprendiendo” del país. O el país se le va desprendiendo a uno, no lo sé. El hecho es que, a pesar de que con Internet y el teléfono uno mantiene el contacto con la gente, el mundo de allá se va alejando, lenta e inevitablemente. El proceso es distinto para cada quien, por supuesto, pero creo que hay una especie de guion común, como un esqueleto, con síntomas que se repiten, y que son más o menos estos: 
- dejas de seguir las noticias de los medios venezolanos, te agotan, te deprimen, te repugnan – a menos que seas chavista y entonces Venezuela deja de ser Cubezuela para convertirse en Tropidisney. Pero curiosamente, y esto creo que queda para toda la vida, cuando muy ocasionalmente aparecen noticias sobre el país en la prensa internacional es imposible dejar de escucharlas o leerlas;
- te interesan cada vez menos los temas que los amigos “de allá” comparten; sobre todo, porque la mayoría de los venezolanos “de allá” están, desde hace años, monotemáticos con el tema de la política nacional; 
- dejas de mirar los resultados deportivos, si es que te gustaba el deporte; a mí el deporte siempre me ha dado un poco igual, no puedo decir mucho, pero este síntoma lo he visto repetirse en venezolanos que migraron;  
- el humor ya no te da risa como antes… y entonces, en este momento (el de la risa que ya no sale), comienzas a darte cuenta de que algo serio está pasando, pero…
“(…) una columna semanal, a razón de cuatro entregas al mes, con una extensión de entre 2.500 a 3.000 caracteres con espacios por entrega (…)”
…dice la propuesta de Contrapunto.com, y ya estoy en 4.096 caracteres con espacio (un poco más, por los que suma esta línea), tendré que continuar la semana que viene.

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