lunes, 6 de julio de 2015

artículo para contrapunto.com (04 06 2015)



NOVATADAS DE UN LATINOAMERICANO EN EUROPA. PROBLEMA 2: LLENAR EL TECHO

Siguiendo el tema del artículo de hace tres semanas, cuando (gracias a Dios y, sobre todo, al dinero) se consigue un techo donde vivir comienza el problema de cómo llenarlo. De entrada hay dos situaciones; de salida, infinitas. 
Primera situación: apartamento amoblado. Caso común, los muebles o son viejos o no te gustan. Si son viejos, el propietario normalmente no tiene inconveniente en que los renueves, siempre que te comprometas a dejar los que has comprado; en otras palabras, te das cuenta de que mejor hubieras alquilado sin amoblar, que es más barato. Si no te gustan los muebles el asunto se complica; lo más probable es que al propietario sí le parezcan de lo más elegantes sus floreros verdes con dorado, su cortinas de sirenas y unicornios, su sofá rosa con encajes, o sus lámparas de araña mona versión tienda de todo a 1€. Si éste es el caso, lo mejor es regresar al país de origen e irse a vivir con la abuela, que es más o menos lo mismo pero sale gratis.
Segunda situación: apartamento sin amoblar. Perfecto, puedes crear tu espacio a tu medida, te dices, pero te das cuenta de que no es así, de que sólo puedes crearlo a la medida de tu presupuesto y, evidentemente, el presupuesto sólo te alcanza para comprar la mitad de las cosas que necesitas, no importa cuáles ni cuántas sean. 
La lógica dice que hay que subir por la pirámide de Maslow y comenzar resolviendo las necesidades fisiológicas [respiración, alimentación, sexo y homeostasis… lo de homeostasis yo tampoco sé qué es, pero la Wikipedia sí, y dice: “La homeostasis (del griego homos (ὅμος), ‘similar’, y stasis (στάσις), ‘estado’, ‘estabilidad’) es una propiedad de los organismos vivos que consiste en su capacidad de mantener una condición interna estable compensando los cambios en su entorno mediante el intercambio regulado de materia y energía con el exterior”, bueno… me quedo más o menos igual, pero supongamos que quiere decir que si has alquilado en invierno tienes que correr a buscar una estufa eléctrica, porque seguramente la calefacción no funciona ni funcionará hasta que el conserje se tome la molestia de saber que existes, y eso puede tardar entre dos meses y doce años).
Repasando:  Uno, respiración; sí, hay que abrir las ventanas, el olor de los pisos deshabitados es siempre a cloaca y, si a eso se le añade que probablemente el edificio tiene un siglo o casi, huele también a humedad prehistórica; a guerra civil o, con suerte, a guerra mundial; a caniche que nunca quiso orinar donde debía; a viejito que murió y lo encontraron a las dos semanas; a fiesta de estudiantes con estragos de alcohol o marihuana; a todo, menos a lo que dice el contrato de alquiler, que no dice nada. 
Dos, alimentación; buena pregunta, ¿qué comer cuando la cocina no funciona porque hay que hacer el contrato con la compañía de electricidad, de gas, o comprarle al pakistaní la bombona de butano, pero el tipo sólo pasa los martes en la mañana y hoy es miércoles por la tarde? Respuesta, sándwich de queso. Siguiente pregunta, ¿dónde comer?, no hay mesa, no hay silla, no hay, ni siquiera, electricidad. Respuesta, sándwich de queso, parado, una semana, a oscuras. Bebida: dicen que el agua de grifo es potable, pero no, sabe a diablos, está llena de cal. Subir agua o zumo o refresco a un sexto piso sin ascensor es, como diría la abuela, sacrificado. Toma té, el sabor a cal desaparece.
Tres, sexo: voy a usar un adjetivo grandilocuente y ridículo pero en este caso certero, resolver esta necesidad es un trabajo hercúleo. Los que venden colchones dicen “transporte a domicilio”, y significa “transporte hasta la puerta del domicilio, después ve a ver cómo resuelves”, supongo que para ahorrar tinta no lo ponen completo. Subir un colchón matrimonial seis pisos por unas escaleras estrechas es de las cosas más gloriosas que se pueden hacer en la vida. Empujas, sudas, te tuerces, halas, vuelves a empujar, te falta el aire, el corazón a mil, te agachas y regresas abajo, al otro lado del colchón, vuelves a empujar, consigues subir un escalón, Gloria a Dios en las alturas, faltan 67. Horas de trabajo forzado que hay que acabar porque ha caído la noche, no se puede hacer ruido, y si lo dejas en el medio de la escalera, ¿dónde vas a dormir? En el suelo, y que se jodan los vecinos si tienen que bajar o subir, ya no puedo más, termino mañana.
Cuatro, Marlow es un guarro, no dice nada del baño, y éste es un Gran Tema, amplio y ambicioso, merece un artículo completo, el de la semana que viene.

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