EL MISTERIOSO JUEGO DE LA OCA
Segunda parte del torneo que se celebra en el mercado laboral contra la vieja Europa. El artículo anterior trató de los inmigrantes sin formación universitaria; éste lo dedicaré a quienes llegan al Viejo Mundo con un título del Nuevo.
“Borrón y cuenta nueva”, sería la frase. Excepto para algunas contadas profesiones, los títulos universitarios del Sur, en el Norte, no valen casi nada, aunque te pusieras el birretito y te sacaras fotos con la abuela y la familia que vino del interior, nada, cero, te las puedes llevar, las fotos, a las entrevistas de trabajo, y mostrárselas a los potenciales empleadores, les da completamente igual.
La primera pregunta, y aquí volvemos con las clasificaciones, es, ¿estás legal? Comienza el juego:
Casilla 1. Si la respuesta es “no”, entonces has llegado al peor escenario posible. Los trabajos a los que puedes acceder son casualmente los que jamás pensaste que harías y, además, no tienes protección jurídica ni acceso a la seguridad social. El golpe es fuerte y la solución complicada. Estás en un escenario hecho para darse contra la pared. Por un lado, la lucha contra el mundo exterior (ilegal, haciendo trabajos cutres, con pocas opciones para salir de ellos), y por el otro lado, la lucha contra uno mismo (la tendencia a creer que se es lo que se hace, la carga de prejuicios de clase de la cultura latinoamericana, donde los trabajos proletarios son vistos como degradantes, donde hay tantas cosas que son consideradas como una humillación). No es fácil luchar en dos frentes durante mucho tiempo, la mayoría de las personas que he visto en esta casilla abandona el juego. La solución generalmente pasa por juntarse con un o una aborigen (alguien del país), lo que permite saltar a la Casilla 4 para enfrentarse a otro tipo de problemas.
Casilla 2. Si la respuesta a la pregunta sobre el estatus legal es “más o menos”, es decir, sacaste, justamente, una visa para hacer estudios de posgrado (una visa que no permite trabajar más de 18 horas a la semana), pasamos a otra pregunta clave: ¿tienes dinero para aguantar entre uno y dos años? (alrededor de 25 mil euros, si estás solo, o 40 mil, si vienes con familia)?, ¿o ingresos para ir sobreviviendo? (mil euros mínimo en el primer caso, mil quinientos en el segundo). Si la respuesta es “no”, salta a la casilla anterior. Si la respuesta es “sí”, pasa a la
Casilla 3. Mira el reloj, no pierdas el tiempo, abre los ojos, trata de entender cómo funcionan las cosas de este lado del mundo; abre también los oídos, escucha las experiencias de otros; abre, sobre todo la boca, relaciónate, conéctate, trata de integrarte, haz amigos. Y mantén abierta la nariz, tienes que desarrollar el olfato para distinguir cuáles son los caminos que van hacia adelante y cuáles avanzan en círculo, haciéndote regresar al punto de partida sin nada entre las manos. Pero, sobre todo, mantente en movimiento, porque cada día que pasa sin salir de esta casilla te acerca al final del juego (donde se te acaba el dinero y tienes que regresar al caos, a la delincuencia, a la hiperinflación y a la devaluación, a la falta de futuro, a los cortes de electricidad y a la escasez, en resumen, al desastre venezolano, que se hace más desastre cuando te has acostumbrado a vivir en un lugar normal).
Casilla 4. Reservada para los que tienen un estatus legal (pasaporte europeo o permiso de residencia). El nombre de esta casilla es La Identidad. Como en un film de aventuras vas a luchar contra tu reflejo, contra la persona que crees ser, contra la imagen de ti que has traído del otro lado del océano. Recuerda, estás en una situación de “borrón y cuenta nueva”, tus estudios no son considerados, prácticamente no tienes relaciones y, lo más complejo, el mercado laboral es un ser que carece de sentimientos, los empleadores están buscando resolver sus problemas, no ayudarte con el tuyo. De entrada, desconfían de alguien que no tiene experiencia en el país; luego, por sentimiento de seguridad y por cultura, van a preferir emplear a un aborigen. Para decirlo rápido: los puestos de trabajo disponibles son los que los aborígenes no quieren, o esos donde la demanda de mano de obra es mayor que la oferta (porque ha habido un boom en el sector y las señales no habían llegado a quienes comenzaban a hacer estudios universitarios, pero esto es excepcional). Para decirlo breve: los primeros trabajos a los que se puede acceder son malos. Y aquí viene otra pregunta clave: ¿yo, que soy noséquiénhijodegraduadoen tengo que estar haciendo esto? Si la respuesta es negativa, pasa a la Casilla 3 y trata de ver si encuentras algo que te guste antes de que se te acabe el dinero; si la respuesta es positiva, avanza a la
Casilla 5. Estás dentro del mercado laboral haciendo quién sabe y has logrado dominar los problemas existenciales (lo que no quiere decir que no rebroten cada tanto, pero ésta es la gran ventaja de ser venezolano, la idea de volver es tan chunga que no hay espacio para ponerse filosófico); ésta es la casilla del Proyecto de Vida. Hay que decidir qué hacer con los días en el nuevo espacio, teniendo en cuenta los recursos disponibles y el contexto particular. Considerar si vale la pena hacer estudios locales para intentar avanzar en el mercado de trabajo (Casilla 6). Distinguir entre expectativas e ilusiones, entre posibilidades y fantasías, entre beneficio inmediato, mediato, y coste de oportunidad. En resumen, toca trazarse un camino y seguir avanzando en el juego hasta la casilla final, esa donde aparece una vieja oca, sonriente y amable, contenta de sí misma, satisfecha de haber vivido el juego que le tocó vivir.
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