PARÉNTESIS (POR ENCARGO): ALGUNAS LÍNEAS SOBRE LA POLÍTICA EN VENEZUELA
Siguiendo una petición de los editores el artículo de esta semana trata de política venezolana; la petición sugiere seguir las ideas del texto de Vanessa Davis dedicado a Maquiavelo (http://bit.ly/1AVB9Dl). Comparto el interés que la lectura de Maquiavelo tiene, y creo que junto con Guicciardini estos florentinos consiguen clavar la mirada en la situación política de su tiempo con una claridad que sólo se encuentra remontando a la Antigüedad (hasta los autores romanos). Lo que no comparto es la visión de El Príncipe como un libro difícil de leer, cruel, “malvado”; creo, simplemente, que es amoral, como lo debería ser todo buen análisis de las ciencias humanas. Entender las variables que mueven al Hombre no es construir un discurso bienpensante, florido y moralizador, es, creo, intentar descubrir paralelismos, constantes, iluminar causas, condiciones, y efectos; fabricar métodos para llegar a percepciones más fiables de la compleja vida de los humanos y del tejido de construcciones simbólicas que constituyen su cultura.
Pero para entender la realidad venezolana actual preferiría usar otro libro: Animal Farm (Rebelión en la Granja), de George Orwell. Para quienes no lo conocen este libro es una sátira fabricada a partir de una visita que Orwell hizo a la Unión Soviética por los años de la Segunda Guerra Mundial. Orwell, como la mayor parte de los intelectuales de su época, era un admirador de la Revolución bolchevique, y fue hasta Rusia con la mejor intención después de haber combatido a los fascistas en la Guerra civil española. Contra lo que esperaba, regresó aterrado por lo que vio: el fraude que había logrado levantar Stalin (y que serviría de modelo a prácticamente todos los totalitarismos de izquierda del siglo XX).
En resumen, el libro expone una situación inicial donde los animales de una granja, hartos de la situación de explotación en la que se encuentran, deciden rebelarse y expulsar a los humanos de la propiedad; y una situación final donde los cerdos que habían liderado la Rebelión se convierten en caricaturas de los antiguos dueños y se establecen indefinidamente en el poder a través del uso de la intimidación y la violencia, tergiversando los “mandamientos” de las primeras etapas de la Rebelión y llevando a los animales a vivir una vida aún más triste, sin posibilidad de escape.
Hace muchos años, en una maestría de la Universidad Central de Venezuela, me crucé con un profesor tremendamente lúcido con quien muchas veces me quedé conversando al terminar su hora de clase. Era un general retirado que se había reconvertido en docente básicamente porque le gustaba enseñar, y esa condición le daba una libertad de pensamiento que falta en la mayor parte de los académicos. En una de estas conversaciones post-curso recuerdo que soltó una idea que me quedaría en la cabeza, “actualmente, con las ciencias sociales, podemos predecir con poco margen de error lo que va a pasar con una población si aplicamos determinadas fuerzas, lo que no sabemos es por qué ocurre, no conocemos las causas”. Un par de años más tarde supe que el general de cuyo nombre no quiero acordarme se había convertido en una de las cabezas pensantes de la Revolución Bolivariana. Luego murió, como tantos.
Creo que lo ocurrido en Venezuela no es un “golpe de suerte” de una horda de arribistas inescrupulosos, pero tampoco es una verdadera revolución popular; creo que es un proyecto bien pensado y puesto en marcha. El objetivo del proyecto es la perpetuación en el poder de un grupo de personas que han decidido aplicar, en una población vulnerable, un conjunto de “fórmulas” tomadas, principalmente, de los totalitarismos de izquierda del siglo XX. Con estas fórmulas buscan 1. Enriquecerse y convertirse en los nuevos dueños del país; 2. Controlar las instituciones y, en consecuencia, el destino de los habitantes de Venezuela; 3. Anular a los individuos y a los colectivos que puedan amenazar al proyecto.
El modelo que han decidido aplicar va a contracorriente del proceso de globalización y recibe el know how del Estado cubano; lo que se gana con este modelo es aislar al país (provocando la desaparición de las fuerzas económicas nacionales que puedan competir o amenazar al sistema, financiando, por ejemplo, un golpe de Estado), además de facilitar la opacidad de la gestión de la riqueza nacional (principalmente el petróleo), y encubrir los beneficios que genera el narcotráfico (las pruebas de los vínculos entre el gobierno venezolano, la guerrilla, y la producción y exportación de la droga sudamericana parecen concluyentes, desde hace años, no lo digo por el tema actual de la DEA).
Otra de las ventajas del modelo “revolucionario” es el dominio de la verdad y del lenguaje (de nuevo se puede citar a Orwell, pero esta vez con 1984). No se trata sólo del cantinfleo característico del líder supremo, sino de la negación descarada de los hechos y la construcción de una realidad inexistente, con todos los malabarismos estalinistas de reescritura de la historia y la desaparición de personas y personajes.
Finalmente (el tema da para mucho pero el espacio lo tengo limitado), es importante reconocer que el modelo venezolano no es una copia fiel de los totalitarismos comunistas, sino que ha sabido hacer importantes adaptaciones:
1. Crear un clima cotidiano tan hostil (delincuencia, inflación, devaluación, ausencia de seguridad jurídica, escases, cortes eléctricos) que muchos de los que tienen la posibilidad de dejar el país lo hacen, vendiendo sus propiedades a los nuevos dueños de Venezuela; es importante resaltar el verbo vender, porque aunque el proyecto se venga abajo, estos bienes pasaron a manos de sus nuevos propietarios de buena ley, lo que no es el caso de Cuba, en donde los antiguos propietarios podrían pedir la devolución de sus propiedades si el sistema se cae.
2. Crear una incertidumbre constante en la población, no a través de la amenaza de una invasión extranjera (como hicieron y hacen soviéticos, chinos, camboyanos, cubanos, norcoreanos, etc.), sino con el discurso de la especulación, el acaparamiento, y las maniobras antirrevolucionarias del escuálido sector privado que dejan subsistir para, me parece, mantener el circo de la revolución amenazada.
3. Sostener una semi-democracia que ha pasado a ser una pseudo-democracia, con numerosas elecciones que “legitiman” al gobierno. Es innegable que cerca de la mitad del país apoya al modelo chavista (por las razones que sea); es innegable, también, que durante los primeros años del proyecto se ayudó a la población que vivía en pobreza extrema y se logró mejorar notablemente su nivel de vida (esto, de acuerdo con estudios de organismos de las Naciones Unidas); pienso que este matiz popular del proyecto sirve para fomentar su replicación en países con características similares a Venezuela. La idea de “extender la revolución” viene de lejos, no es particular del chavismo. Por otro lado, me parece evidente que las elecciones se hacen porque, en realidad, no amenazan al régimen, y que éste no va a entregar el poder pacíficamente, por el simple y puro respeto a las instituciones democráticas. Creo que es ingenuo pensar que un gobierno que habla de defender la revolución hasta la muerte puede retirarse luego de una derrota electoral, suponiendo que en algún momento dejara que esta derrota tenga lugar. Las Naciones Unidas usan una frase para distinguir a un país democrático de uno que no lo es: aquél donde el poder puede cambiar de manos efectivamente luego de unas elecciones; creo que no es el caso de Venezuela.
4. Y para terminar, pienso que la última característica particular del proyecto bolivariano es la “tolerancia” frente a la oposición. Hasta ahora, en Venezuela, no ha habido la persecución y la represión política típica de los sistemas totalitarios, y aunque los derechos humanos están bastante deteriorados, y constantemente hay casos escandalosos, se vive en un nivel de represión intermedio, comparable a Rusia o Turquía, países que son, para la comunidad internacional, democráticos. Desde mi punto de vista esta tolerancia le sirve al gobierno para dar vida a un teatro que mantiene la idea de que existe una amenaza interna responsable de los males que el país está sufriendo. A Venezuela no la han bloqueado como a Cuba o Irán, ni está bajo amenaza externa, como Corea del Norte; entonces, a falta de una presión exterior, el chavismo crea sus propios fantasmas nacionales y los utiliza como chivos expiatorios.
Mi opinión sobre lo que ocurre en Venezuela ha sido levantada desde la distancia, y nace de las informaciones que me llegan, principalmente a través de la prensa internacional y de las personas próximas que aún viven allá, de un uso bastante personal de las teorías que me he cruzado estudiando relaciones internacionales, y de lo que he leído por mi cuenta. Lo que presento es un esquema superficial y muy general´
Por último, no es mi intención acusar a todos los chavistas de ser cómplices de esta Rebelión en la granja. Creo que hay aún gente sincera que cree en la Revolución bolivariana, y aunque me parezca que están viviendo, como el Quijote, dentro de un mundo ilusorio que se levanta, no de las novelas de caballería, sino de las informaciones oficiales, no deja de ser loable que esta gente esté dispuesta a sacrificar cosas a favor de ese proceso revolucionario que, en teoría, busca aumentar el nivel de vida de todos los venezolanos (una actitud que, sinceramente, pocas veces se vio durante la llamada Cuarta república).
Disculpen lo largo del artículo, pero es difícil hablar de este tema en poco espacio.
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