lunes, 6 de julio de 2015

artículo para contrapunto.com (12 05 2015)



NOVATADAS DE UN LATINOAMERICANO EN EUROPA. EL TECHO

PROBLEMA 1. Vivienda
A pesar de que en Latinoamérica se estuvo entrenando durante muchos años para desconfiar del prójimo y suponer que todo intercambio que mueve dinero tiene truco, el inmigrante latinoamericano, para encontrar apartamento rápidamente y dejar de pagar pensión, hotel, o para no fastidiar más a los amigos…
En Barcelona: contrata los servicios de una agencia inmobiliaria.
La agencia inmobiliaria, que a cambio de una cantidad equis ha prometido resolver el asunto rápidamente, entrega una lista con nombres y números de teléfonos de arrendadores que, al ser llamados, o cuelgan directamente el teléfono, o dicen que hace tiempo ya alquilaron ese apartamento, o preguntan suspicaces de dónde has salido tú.
Después de llamar a todos los números telefónicos de la lista, el latinoamericano comienza a sospechar que la agencia inmobiliaria lo ha timado. Mientras tanto, sigue pagando hotel cada mañana. 
El latinoamericano vuelve a la agencia inmobiliaria y explica la situación, dando a entender que no era eso lo que esperaba de los servicios contratados. La inmobiliaria procede a entregar una nueva lista de nombres y teléfonos, esta vez con más páginas.
El latinoamericano da por perdido el dinero y cambia de agencia. Ahora, le dicen que como es extranjero y no tiene trabajo difícilmente va a lograr alquilar nada a menos que deje un depósito de seis meses, más un mes de comisión, más un mes de depósito legal, más un mes de ya no me acuerdo. En resumen, el latinoamericano tiene que soltar casi un año de alquiler para poder dejar el hotel, entrar a un piso vacío, y “ahorrarse” lo que está gastando.
En París: como desconfía de las agencias inmobiliarias, ahora el latinoamericano utiliza una página web donde los propietarios ofrecen directamente sus inmuebles.
El latinoamericano contacta con una latinoamericana, escritora también, profesora universitaria, con conocidos comunes en el ambiente literario, qué golpe de suerte.
El latinoamericano llega a París, sube las escaleras, toca el timbre, le abren la puerta del estudio, el marido de la escritora, propietario también, dice que como el aspirante a inquilino es extranjero y no tiene trabajo no le puede dar el piso en alquiler. Alarma. Con todos los cuentos que el latinoamericano ha escuchado sobre lo difícil que es encontrar un piso en París hace saber que, para él, la peor opción es comenzar de cero la búsqueda inmobiliaria, sobre todo, porque cada mañana tiene que pagar hotel, pensión, y no tiene amigos a quienes fastidiar.
El latinoamericano ofrece un depósito bancario de un año por adelantado como garantía contra lo que sea (desempleo, cárcel, enfermedad, desaparición, lotería, secuestro, maremoto, Gotzilla). Por supuesto que este depósito está completamente fuera de lugar (la ley francesa no permite más de dos meses de garantía, creo recordar), pero cómo se hace. Los propietarios aceptan. El golpe de suerte se ha convertido en un toquecito de suerte, piensa el latinoamericano, que ve cómo se alejan de él las tres cuartas partes de su patrimonio. Moraleja: con dinero todo se resuelve, pero siempre se necesita más dinero del que se tiene.
Unos meses más tarde, cuando el latinoamericano conoce la experiencia de otras personas, se convence de que sí, fue un gran golpe de suerte, haber podido alquilar, en pleno Montparnasse, andaba iluminado; porque las probabilidades de encontrar un estudio en París siendo extranjero y sin empleo son de 1 entre 9.837 según las estadísticas*. Por esta experiencia el latinoamericano a veces se hace creer que, de alguna manera, la ciudad lo estaba esperando.

LA SOLUCIÓN: buscar por internet un piso compartido, o alquilar una habitación en la casa de un particular, aunque sea en las afueras, sacrificando temporalmente la privacidad para, después, con calma, trabajo, y conocimiento del terreno, alquilar, sí, un sitio como Dios manda. 
Esto me lleva a un par de historias, cuando viví en Barcelona en el piso de una bailarina argentina de tango, y cuando alquilé una habitación en la casa de un militar retirado del ejército francés, en las afueras de París. Pero se me ha acabado el espacio, sigo luego.


*Situación Clásica en París: los propietarios convocan a una sesión general para enseñar el piso y escoger al afortunado ganador del contrato de alquiler. Normalmente hay entre diez y veinte personas en la sesión, muchos con corbata, o tacones, o ambos, y una carpeta llena de fotocopias de fichas de pago y premios al mejor empleado del año. No importa lo oscuro y maloliente que pueda ser el apartamento, siempre habrá alguien mejor cualificado que tú para ocuparlo.







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