domingo, 4 de septiembre de 2011

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Región amazónica, Ecuador, 2010

Que bien se siente recibir tus "novedades" aunque tengan más de diez años de edad, me viene una alegría de tripas retomar este contacto, saber qué ha sido de ustedes, cómo viven, qué han estado haciendo.
De lejos, tu vida parece una película y, en serio, si tuviera los medios, buscaría la manera de ir a verte con el Roraima como fondo de escenario. Hay algo curioso: hace un par de días comencé a leer un libro de Vargas Llosa (El hablador) que, casualmente, se dedica al tema del contacto con las comunidades indígenas. Mis ideas religiosas, más bien teológicas, son bastante borrosas, pero entre las pocas cosas que me parece tener más o menos claras hay una que llamo el "no azar"; para mí viene a ser algo así como las violaciones descaradas a la ley de probabilidades que ocurren de vez en cuando y te dejan la impresión de revelarte algo que de otra manera te pasaría por al lado y no te darías cuenta; por supuesto que no tengo puta idea de cuál es la revelación en este caso, pero por el momento tiene que ver con este rencuentro y tu experiencia y lo que hay alrededor de ella.
Creo que en la vida de ambos ha habido unas cuantas sincronías durante estos años; la principal, que desde nuestro último encuentro (alguna de esas noches que me quedé en el apartamento de ustedes, antes de irme a Barcelona y poco antes de que Chávez ganara las elecciones) hemos ido a buscar cada uno, de alguna manera, la forma de poner sobre la realidad un sueño guardado: tu proyecto de volver a la selva salió más de una vez en nuestras conversaciones, y mis ganas de vivir en París andaban revueltas en esa época cuando tramitaba mi crédito de estudios. Desde mi perspectiva tu vida es una experiencia envidiable, más que por el cliché de vivir "en la naturaleza" (que de todos modos no sé bien lo que eso significa), por la ruptura, al vivir allí, teniendo a los indígenas como vecinos, de las formas habituales de pensamiento, de la manera aprendida de ver y experimentar la realidad; siento que es un poco lo mismo que me ofrece Paris, aunque aquí lo vivo de otra manera, la inversa, la que llega con la sobredosis de información, de ideas y de discursos. A ambos, por lo que veo, la experiencia nos ha ralentizado la escritura, supongo que estamos en proceso de aprendizaje, y que llegará el momento de poner luego el asunto sobre papel (de todos modos, si no lo escribimos, tampoco pasa nada).
Sobre los talleres literarios: una de las últimas cosas que oí decir de ti es que te habían encargado de alguno en Caracas, pero ahora no sé si me lo invento. Luego alguien me comentó que habías dejado el CELARG, aparentemente por no estar de acuerdo con la manera como se estaban haciendo las cosas (por lo que leo ahora en tu carta es muy probable que haya sido así). Veo que por suerte te mantienes en un punto medio sobre el "caso Venezuela", y has logrado escapar de los extremos habituales que, más del lado de la oposición que del oficialismo, me han hecho perder algunos amigos cercanos por no ser yo lo suficientemente antichavista; a tomar por el culo, el chavismo es un desastre completo, claro, pero tiene un origen, viene de una historia compleja, de errores de en las políticas públicas , de desigualdades, de grupos humanos numerosos que han vivido una experiencia de marginación continua, etc., y creo que hasta que no se acepte eso no se podrá encontrar la manera de bajar la "cuota de popularidad" del "carismático" líder "revolucionario". En resumen, desde mi experiencia, creo que el fanatismo opositor llega a ser tan primitivo como el de sus enemigos. Pero siendo sincero, prefiero no seguir mucho el tema venezolano, en general me parece deprimente.
Y bueno, qué más decirte, que leeré con gusto tu libro; que trataré de llamarte el fin de semana, o durante la semana que viene, a ver si tengo suerte y los gritos de las guacharacas te dejan oír el timbre del teléfono; que me da una alegría fuerte saber de ustedes y retomar el contacto después de tanto tiempo.
Un abrazo grande y, espero, sí, poder compartir una botella de vino (el ron es muy caro aquí) en París, dentro de no mucho tiempo.

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