Sfax, Túnez, 2006
Tanto se rasca la cabra, que se daña. Tanto da leche, que no da jugo. Tanto se cuida, que se pierde. Tanto canta, que termina muda.
Tanto se calienta el hierro, que se pone al rojo. Tanto se bebe, que al día siguiente se está muerto de sed. Tanto se come, que se acaba cagando. Tanto se limpia uno el culo, que siempre está sucio. Tanto se invoca la Navidad, que al fin llega.
Tanto vale el hombre, cuanto se le precia. Tanto se le precia, que se acaba despreciándolo. Tanto se vive en sociedad, que mejor se anda solo. Tanto se ama, cuanto menos se es amado. Tanto se quiere hablar, cuanto no se tiene quien escuche. Tanto se invoca la Navidad, que al fin llega.
Tan malo es, que se le desprecia. Tan bueno, que le piden prestado. Tanto da, que le quitan. Tanto le quitan, que se hace malo. Tanto crece, que no hay quien le siga. Tan grande es, que lo pisan. Tan rápido va, que lo alcanzan. Tanto se invoca la Navidad, que al fin llega.
Tan claro está, que lo tapan. Tan seguro, que lo dudan. Tan cierto, que lo tuercen. Tan firme, que lo ablandan.
Tanto se tarda, que fracasa la empresa. Tan agudo es, cuanto puya. Tan diestro, como es siniestro. Tan querido, cuanto es temido. Tan admirado, cuanto es poco conocido. Tanto destaca, cuanto a lo vulgar es parecido. Tanto se invoca la Navidad, que al fin llega.
Tanto se invoca la Navidad, que al fin llega. Tanto llega, que siempre se va. Tanto se tiene, que se quisiera no tener nada. Tanto sabe, que lo ignoran. Tanto se invoca la Navidad, que al fin llega
Príncipe, tanto vive loco, que sana, tanto va, que al fin vuelve, tanto se golpea, que muda de parecer, tanto se invoca la Navidad, que al fin llega.
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