martes, 12 de mayo de 2015

Una entrevista I / III



Nombre: Armando, Luigi Castañeda
País de origen: Venezuela
País(es) de residencia (anterior(es) y actual): Venezuela, España, Francia
Oficio(s), profesión(es), actividad(es) etc.: abogado, traductor, dueño de bar, publicista, fotógrafo, profesor
Otros datos biográficos que considera importantes: (edad, identidad de género, trayectoria etc.): viajes, cambios.
Obras publicadas (las más relevantes): La fama, o es venérea, o no es fama (Sudaquia, 2014); Guía de Barcelona para sociópatas (Universidad de Veracruz, 2010); Escritores latinoamericanos del siglo XXI (Julio Ortega, compilador; México, 1995)
Página web, blog o proyectos en línea: luigicastaneda.blogspot.com
Premios, menciones, reconocimientos etc.: Joven autor invitado a la Feria del Libro de Guadalajara 2005
Comente lo que hace: 

1) Literatura latinoamericana. ¿A partir de qué marcos considera este término? (geográfico, étnico, lingüístico, político, crítico, mercadológico, otros) 
Básicamente geográfico y de nacionalidad: la literatura producida por quienes viven en la región desde hace más de, no sé, diez años (medida arbitraria), y la de quienes ya no viven en la región pero son originarios de ella y pasaron su juventud allí (criterio un poco menos arbitrario porque creo que uno se “hace” durante los primeros veinte años de vida).

2) ¿Cómo se sitúa (o no) en estos marcos?
Viví en Venezuela hasta los 28 años, creo que esto da un conjunto de características a mi trabajo que no tendría si hubiera pasado este tiempo en otro lugar (el estilo del humor, por ejemplo).

3) Literatura nacional-literatura local- literatura regional-literatura internacional-literatura mundial. Comente.
Con el proceso de la globalización creo que es difícil pensar en una literatura actual que no sea mundial. Tenemos acceso a una variedad de tradiciones literarias diversas y esto lleva a grupos literarios o afinidades de estilo que no pueden reducirse a un entorno geográfico. Creo que es más fácil sentir que uno es parte de una idea de la literatura, de una búsqueda, de un género, de una estética, de un tipo de escritura, de estilo, antes que sentir que se es parte de una tradición regional, local o nacional. 


4) ¿Qué le motiva o inspira?
Supongo que la idea de no pasar por este mundo sin dejar un pequeño registro de lo que significó este paso. O, mejor, cito una frase de Walker Evans que leí hace un par de días: “Mira fijamente. Es la manera de educar los ojos, y más: mira, curiosea, escucha a escondidas. Muere sabiendo algo. No estarás aquí durante mucho tiempo.”

5) Su origen de clase, edad, identidad nacional o de género, ¿qué tanto tiene que ver con su literatura? 
Desde el momento en que son elementos que determinan la personalidad y el carácter aparecen en la obra literaria. Creo que en la literatura, como en todas las formas de expresión (aunque quizá un poco más que en la mayoría de ellas), se evidencia lo encerrados que estamos en nosotros mismos. No podemos huir de lo que somos, de nuestra historia personal, de nuestro contexto, de nuestro momento histórico, de nuestras referencias, incluso, del momento emocional que estamos atravesando. Creo que cada párrafo que escribimos habla de todo esto entre líneas, el “tono” de la persona se transpira aunque se trate de una literatura relativamente codificada; incluso si se trata de un trabajo que se ajusta a unos cánones determinados (por ejemplo, comerciales), la escogencia de las palabras, la construcción de las frases, la misma idea de querer ajustarse a un modelo, ya delata al autor sin que éste se dé cuenta.

6) ¿Cree en generaciones? ¿En qué sentido?
Creo; primero, en el sentido de que el aire de los tiempos contamina el trabajo literario (los valores de la época, las modas o la contracultura, la percepción de lo “bello” y de lo “feo”, las creencias políticas, lo idea de lo bueno y lo malo, de lo correcto y de lo incorrecto, etc.); y segundo, en el sentido de que existe un sistema de difusión de las obras que premia o castiga los trabajos (publicándolos o no, difundiéndolos o no), y esto depende descaradamente del momento que se está viviendo y del contexto. Por ejemplo, el boom latinoamericano estuvo atado a un grupo de editores catalanes que encontraron una forma de proponer una literatura con un contenido político capaz de atravesar la censura franquista (al final, se trataba de autores extranjeros, no estaban atacando al gobierno español directamente). Una vez acabado el periodo franquista, el interés por los escritores latinoamericanos disminuyó (se puede decir que dejaron de ser “útiles” para los editores catalanes). En este sentido podemos hablar de una “generación” como la reunión de los autores activos en un contexto particular que reciben los “premios” que este contexto distribuye.

7) ¿Se considera parte de una tradición? ¿Un innovador? ¿Ambas o ninguna de las dos cosas? ¿Por qué? 
Aunque uno se niegue, se revuelva, se tire de cabezas por un pozo, y luego escriba, inevitablemente es parte de una tradición (el único que podría salvarse de esto sería el protagonista de El libro de la selva). Se recibe una cultura, se vive en ella, se asimila, se niega o se acepta, se critica o se defiende al sistema, se hace uno revolucionario o conservador, etc.; este proceso es inevitable o, más que eso, incurable. Si hablamos de una tradición concreta, con nombre y apellido, puede uno asumir conscientemente el rechazo o la inscripción en ella, y luego, con la obra, ser más o menos consecuente con la postura asumida. En mi caso particular, por distintas circunstancias (inicialmente el precio, luego el gusto) mis lecturas se dirigieron principalmente hacia autores muertos desde hace tiempo (lo que normalmente se agrupan bajo la etiqueta de clásicos; sólo que con tendencia fuerte a los clásicos malpensantes: Artistófanes, Catulo, Bocaccio, Villon, etc.). Desconocía, y todavía desconozco, la mayor parte de las cosas que hacen los autores contemporáneos. Esto le ha dado a mis trabajos un aire un poco raro, algo lejano a lo que los autores de mi “generación” están haciendo. Por otra parte, como desde que comencé a escribir me di cuenta de que no iba a sacar dinero de la literatura, he tendido a hacer un tipo de textos “experimentales”, que persiguen resolver búsquedas propias, poco adaptados a las exigencias de las editoriales (sobre todo de las grandes). De nuevo, pareciera que voy de espaldas a mi “generación”, por lo menos, en lo que se refiere a la distribución de premios; lo que no quiere decir que mis trabajos no puedan ubicarse en nuestro tiempo, sólo que, en relación a las tendencias dominantes, se mantienen al margen. Como dije antes, creo que es imposible escapar de la época que a uno le ha tocado vivir, aunque sea caminando hacia otro lado.

8) ¿En cuál(es) de estas categorías se encaja? ¿Escritor? ¿Periodista? ¿Poeta? ¿Artista? ¿Pensador? ¿Activista? ¿Crítico? ¿Profesor? ¿Maestro?¿Intelectual? ¿Investigador? ¿Gestor cultural? ¿Mediador? ¿Editor? ¿Brujo? ¿Chamán? ¿Otras? Comente.
De entrada, en ninguna. No soy escritor porque no vivo de lo que escribo. Periodista quería, pero mi mamá me sobornó para que estudiara derecho y no Comunicación social y caí en el soborno, gilipollas yo. Poeta, ni de chiste. Artista, llevo el pelo corto, y también las ideas. Pensador me da grima, es como negar que los demás lo hagan, cuando no hay animal con cerebro que, a su manera, no piense. Activista difícil, me cuesta formar parte de grupos y tiendo a ser escéptico con los grandes cambios y las grandes ideas. La crítica me da sarna. Vivo principalmente de dar clases, pero es circunstancial (hasta hace un par de años nunca lo había hecho y nada garantiza que dentro de un par de años lo siga haciendo). Maestro suena grandilocuente, ¿no? Intelectual, casposo. Investigador no, aunque respeto lo que hay detrás de la idea. Gestor cultural, quisiera, pero no veo por dónde. Mediador, no sé por qué me viene a la cabeza la imagen de un réferi de boxeo. Editor, nunca lo haría, creo que es uno de los peores negocios en el mundo actual. Brujo o chamán, a ver si algún día me termino de ir al África y me dedico al oficio, por lo menos para estar seguro de que voy a tener algo para comer. Otras, ¿hay más? 

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