jueves, 10 de marzo de 2011

el fruto de una larga experiencia (entremes)



EL FRUTO DE UNA LARGA EXPERIENCIA
(Entremés)


PERSONAJES

SRA. B.: mujer de unos treinta y cinco años, endurecida por la vida aunque conservando parte del atractivo que tuvo de joven. Vestida exagerada y ostentosamente.

MARISELA: mujer de unos quince años, Lolita latinoamericana.

SANTOS: hombre de unos treinta años ligeramente afeminado. Vestido sobriamente, al estilo europeo.


1

Interior de una vivienda pobre latinoamericana en la que conviven un televisor de pantalla plana, muebles costosos de gusto dudoso, una cocina desvencijada y un baño a punto de romperse (luz de día)
LA SRA. B. y MARISELA

SRA. B. (caminando entre los muebles, gesticulando mientras canta, sosteniendo el teléfono móvil como si fuera un micrófono).- Una piedra tiré a un cocotero, tero, tero, / Una piedra tiré a un cocotero, / y al instante un coquito cayó. / Yo no sé qué pasó por mi alma / que al beber de esa agua tan dulce / mi sed se aplacó, mi sed se aplacó / Coco loco, que buen rato contigo se pasa / Coco loco, aplacando la sed que me abraza / Coco loco, yo contigo me hiciera un "salud" / Ay coquito, coquito, coquito / no hay nada en el mundo / más dulce que tú. (el teléfono vuelve a una posición normal) ¿Te gustó? ¿Verdad que yo nací para artista? ¿No te parece? Sí, la gran vedette. Imagínate, recorriendo el mundo en limousine. Los fotógrafos persiguiéndome por todos lados. Yo en la portada de las revistas… Sí, entonces tú serías mi guardaespaldas. De día y de noche, claro, cocinero y masajista también. El muchachito de los mandados, pues. Que me hagas la manicura y la pedicura, todo. Que me enciendas las velitas por la noche... No, eso sólo me lo enciendes cuando yo te diga… ¿Sí? ¿Qué te has estado imaginando, sinvergüenza? Ay, ¿así de una? No, a mí me gustan las cosas poquito a poco (se recuesta en la cama) ¿Te explico? A ti hay que explicártelo todo, tú como que eres medio bobo. Bueno, escucha bien que yo no repito. Primero, me tienes que tratar de reina, me tienes que decir “¿qué quiere mi reina?, ¿un roncito para mi reina?”, así, caballero, que es como me gustan a mí los hombres. Entonces me tienes que decir “¿se va a bañar mi reina, mi Cleopatra?”, y te vas y preparas la bañera, con espumita así como en las películas. Entonces yo entro toda glamour, toda diva, ya sabes, como soy yo, y estiro un pie y tú te arrodillas para quitarme los zapatos, con cuidado, como si yo fuera de cristal fino. Entonces me voy desnudando poquito a poco, toda diva como soy yo, y tú vas recogiendo del suelo cada cosa, sin levantarte, claro, gateando. Y cuando ya estoy desnuda, que voy a entrar a la bañera, tú no me puedes mirar, o sí, pero hecho el loco, porque si yo te encuentro mirándome te grito y te saco del cuarto a patadas y nanay nanay. Te tienes que quedar sentadito afuera, calladito, sin hacer ruido, hasta que yo te llame, si es que me provoca. Dánger, ven acá, dame un masajito. Y entonces tú te metes al baño, siempre mirando al suelo, y te pones detrás de la bañera. Yo te paso el aceite y comienzas… No, sin mirar, no sé, ya verás cómo haces. Que ya sabes, si te encuentro mirándome, nanay nanay. Primero el cuello, después la espalda, los hombros, la espalda otra vez, los brazos, y entonces yo me muevo, así como quien no quiere la cosa, para que me acaricies los senos, lentito y con cuidado, como a un bebé. ¿Te gusta? ¿Qué estás haciendo, sinvergüenza? ¿Ah sí? Entonces yo también (se desabrocha la ropa y comienza a acariciarse mientras con la otra mano sostiene el teléfono). Si vieras cómo estoy. Bueno, seguimos en la bañera, ¿no?… Pero espérame. ¿Y qué me vas a regalar cuando nos veamos? Sí, te voy a dejar que me hagas todo lo que quieras pero me tienes que dar un regalito. Joyas, ya tú sabes que son mi debilidad. Bueno, papito, ¿seguimos?

Entra MARISELA por sorpresa. LA SRA. B., azorada, deja el teléfono y se acomoda la ropa como mejor puede.

LA SRA. B.- ¡Pero coño chica! ¡¿Tú no tocas la puerta?!

MARISELA.- ¿Qué estabas haciendo? (sin terminar de entender la situación)

LA SRA. B.- ¿Y tu papá? ¿Tú qué haces aquí?

MARISELA.- No sé dónde anda, no durmió en la casa anoche.

LA SRA. B.- Andará tirado en la calle, el borracho ese.

MARISELA.- Yo salí a buscarlo pero no sé dónde está, no lo encontré.

LA SRA. B.- Capaz que ya se murió de una borrachera, el pobre desgraciado. Mira, ¿y tú por qué estás vestida así?

MARISELA.- ¿Cómo así?

LA SRA. B.- Pareces una puta. ¿Y esa falda de dónde salió?

MARISELA.- ¿Puedo poner un ratico la televisión?

LA SRA. B.- No te me hagas la pendeja. ¿De dónde salió esa falda? (suena el teléfono de LA SRA. B.) ¿Aló? (tapando la bocina, hacia MARISELA) Tú y yo tenemos que hablar (volviendo al teléfono). Sí, dime. ¡¿Qué me dices?! ¿Que volvió a abrir, el coño de madre ese? ¡¿Pero tú no me habías dicho que lo tenías sometido?! ¿No y que ya no iba a abrir más, que no nos iba a hacer la competencia en el mercado mayorista? No hay que dejar que abra, que si no, se nos revoluciona la vaina, imagínate todos los que vendrán después. Se nos acaba el negocio y al carajo el trabajo de todos estos años. No sé, Melquíades, anda a buscar a Balbino. Esta noche habrá que hacerle una visita al coño de madre… sí, si hay que meterle candela se le mete… (mirando a MARISELA, que está frente al televisor sin sonido bailando como lo hace Xuxa en la emisión) Espérame allí que voy saliendo para que cuadremos (LA SRA. B. agarra el control remoto de la TV, la apaga; sale; cierra con llaves; quita la electricidad)
2

El mismo decorado (luz de tarde y luego luz de noche)
MARISELA, LA SRA. B. Y SANTOS

MARISELA pasea por la casa, abre y cierra los armarios de la cocina, no hay nada para comer. Abre otro armario y saca una figurilla precolombina; la mira como con asco y la tira sobre la cama. Saca un gorro de Disneyworld con las orejas de Mickey Mouse, se lo pone y se mira en el espejo

MARISELA (simulando la voz de un hombre).- Mira el regalo que te traje, Mariselita, el propio gorro de Mickey Mouse, el original, comprado en el sitio. ¿Te cuento cómo te lo compré? Me ayudó un amigo. Uno de los boxeadores que entreno. Una gente que yo conozco me propuso un negocio. Un negocio bueno. Te explico porque nunca se sabe, si algún día quieres ir a Disneyworld yo puedo llevarte. La cosa es tragarse unos cositos así, como un dedo, coger un avión, y entregarlos en otro lado. Fácil. Lo único que puede ser medio complicado es tragarse los cositos, hay que prepararse. Una semana, más o menos, tomando sólo sopita clara. Después hay que entrenarse tragando uvas sin masticar. Cuando ya estás experta, te tragas los cositos. Para alguien chiquita como tú unos diez cositos, más o menos. Entonces te tomas una pastillita para que no te den ganas de hacer popó y nos subimos al avión. Cuando lleguemos, tienes que hacer caca en una batea y dármela. Yo tengo que buscar los cositos que te tragaste y, Mariselita, no tienes idea de cómo huele eso…

Entra LA SRA. B. acompañada por SANTOS. Se conecta la electricidad. En la televisión está Hugo Chávez hablando sin sonido. LA SRA. B. ignora a MARISELA, que guarda el gorro apurada. SANTOS mira a MARISELA con detalle y le sonríe. MARISELA le pasa por al lado sin interesarse en él y se dedica a cambiar los canales del televisor; siempre aparece la imagen de Hugo Chávez.

LA SRA. B. (a SANTOS).- ¿Nos sentamos?

SANTOS (que sigue mirando a MARISELA, sale de su estado, se gira).- Sí, sí, claro.

LA SRA. B. (que ha notado el interés de SANTOS, a MARISELA).- Apaga eso muchacha, ¿no ves que estás molestando? Me haces el favor y te vas a buscar a tu papá, que el señor y yo tenemos una reunión muy importante.

MARISELA, obediente, apaga el televisor y sale.

SANTOS (a LA SRA. B.).- ¿Quién es?

LA SRA. B.- Una hija que tuve con un desgraciado, con un borracho.

SANTOS.- Bueno, a lo que vinimos, le explico cómo funciona mi ONG y el proyecto de microcréditos (mientras SANTOS habla LA SRA. B. ilumina la casa a media luz, prepara unos tragos, pone música romántica –un bolero machista y sufridor, por ejemplo—y, hacia el final del discurso, se desnuda para vestirse con una bata de seda transparente). La Fundación Altas Miras, asociada con varias organizaciones no gubernamentales europeas, sobre todo francesas, está llevando adelante este proyecto de microcréditos para favorecer a mujeres que quieran iniciar, o desarrollar, su propio negocio. ¿Por qué mujeres? Porque en Latinoamérica, como en casi todo el tercer mundo, las mujeres se encuentran en una situación de inferioridad bajo una estructura social que les cierra las puertas. La intención de la Fundación Altas Miras es cambiar las cosas, y lo ha venido demostrando con hechos. ¿Por qué microcréditos? Porque la base, la raíz, del problema, tiene que ver con una estructura económica injusta, donde las tareas a las que se dedica la mujer, obligada por una tradición ancestral, no son remuneradas; las mujeres no reciben beneficios económicos por criar a los hijos, por limpiar la casa, por hacer las compras; y todas esas actividades son tan importantes, o más, que las cosas que hacen los hombres. Cuando la mujer es capaz de sostenerse econó…

LA SRA. B (inclinada hacia SANTOS, con la bata entreabierta).- Dime mi amor, ¿dónde hay que firmar para que me des los realitos?

SANTOS.- Este… aquí… y aquí… y aquí (LA SRA. B ha ido acercando su cuerpo al de SANTOS) y aquí… (SANTOS mete la mano bajo la bata de LA SRA. B)

LA SRA. B.- ¿Pasamos a mi oficina?

Se levantan, sosteniendo los tragos, se meten a la cama, LA SRA. B apaga la luz. Algunos segundos de silencio en la oscuridad

LA SRA. B.- ¿Qué pasó papi, no te gusto? ¿No te gusta lo que te hago?

SANTOS.- No, no es eso, es que… a veces. No eres tú. Tú me gustas.

LA SRA. B.- Déjame probar otra cosita (varios segundos de silencio). Papi, ¿estás seguro de que a ti te gustan las mujeres? Si quieres, te puedo buscar a alguien, algo que te guste más.

SANTOS.- No, no te preocupes, de verdad, es sólo que estoy cansado.

LA SRA. B.- Duérmete, pues.

3

El mismo decorado (luz de día)
LA SRA. B., SANTOS y MARISELA

Suena el teléfono móvil de LA SRA. B.

LA SRA. B. (levantándose de la cama donde ha quedado SANTOS).- ¿Aló? Sí, dime. ¿Qué pasó? (habla y se viste al mismo tiempo) ¿Cómo que salió mal? ¿Estás seguro? ¿Muerto? ¿Estás seguro?... Sí, coño, dije meterle candela, pero no eso, no me vengas con vainas ahora (mirando a SANTOS). Espérame allí Balbino, voy saliendo para allá, no te muevas. No, no, ahorita no puedo. Espérame allí y hablamos.

LA SRA. B. sale. SANTOS, perezosamente, se levanta. Se mueve por la cocina en ropa interior buscando cómo prepararse un café. Entra MARISELA.

MARISELA.- ¿Y mi mamá?

SANTOS (con la taza de café en la mano, en ropa interior).- Salió… pero quédate, ya viene.

MARISELA.- ¿Puedo poner la televisión sin volumen?

SANTOS.- Sí, claro.

MARISELA baila siguiendo de nuevo la emisión de Xuxa. SANTOS la mira mientras lentamente se viste.

SANTOS.- Tú podrías ser modelo.

MARISELA (bailando).- ¿Qué?

SANTOS.- Que tú podrías ser modelo en París. Yo podría convertirte en top model.

MARISELA (deja de bailar, mira a SANTOS muy interesada).- ¿Y eso cómo es? Tú me estás cayendo a cobas.

SANTOS.- No, no, de verdad. Soy muy amigo de un tipo que conoce a… soy el mejor amigo del dueño de la agencia más prestigiosa de París, donde están casi todas las grandes modelos, esas que salen en las revistas. Yo conozco muy bien ese medio, y te puedo decir que tú tienes todo para ser una de las grandes modelos, de esas que conoce todo el mundo.

MARISELA.- ¿Sí? Mentira ¿A ver?

SANTOS.- Si te lo digo es porque estoy seguro. Tú deslumbras. Y así, a tu edad… ¿Qué edad tienes?

MARISELA.- Catorce, pero voy a cumplir quince.

SANTOS.- Claro. Perfecto, esta es la edad para comenzar la carrera de top model, después ya estarías muy vieja. Este amigo mío es especialista. Todas las chicas que trabajan con él se hacen modelos internacionales. Viven en París pero viajan por todo el mundo. ¿No te gustaría vivir en París?

MARISELA.- Sí, claro, pero eso está muy lejos, ¿no?

SANTOS.- Tendrás tanto dinero que podrás ir y venir cuando quieras, o invitar a tu mamá para que te visite.

MARISELA.- No, yo no quiero que ella venga.

SANTOS.- Vivirías en un apartamento enorme, de lujo, al lado de la Torre Eiffel.

MARISELA.- ¿Dónde?

SANTOS.- La Torre Eiffel, sabes, ¿no?

MARISELA.- No.

SANTOS.- Bueno, no importa. Te podrás comprar todas las cosas que quieras, y viajar, y tener el carro que más te guste, y cuando te aburras, casarte con el hombre que quieras porque todos estarán detrás de ti, porque serás famosa.

MARISELA.- ¿Sí?

SANTOS.- Tengo que hacerte unas fotos para que mi amigo las vea, pero estoy seguro de que quedará encantado contigo.

MARISELA.- Bueno.

SANTOS.- Voy a buscar la cámara, no te vayas a ir de aquí. ¿Okay?

MARISELA.- Okay.

SANTOS recoge los papeles de la mesa y sale apurado. MARISELA pone muy fuerte el sonido de la televisión y baila y canta con Xuxa, frenética. Entra LA SRA. B. MARISELA corre a quitarle el sonido al televisor. LA SRA. B. por fin la mira.

LA SRA. B.- ¿Tú qué haces aquí? ¿Y el tipo este, el que andaba por aquí, el pendejo, dónde está?

MARISELA.- Se fue a buscar su cámara porque me va a convertir en supermodelo.

LA SRA. B.- Ah, ¿sí?, ¿y eso como es?

MARISELA.- Me dijo que un amigo suyo en París tiene una agencia de supermodelos en París y va a sacarme unas fotos para que me vea su amigo.

LA SRA. B.- Mira tú, qué interesante, ¿y eso cuándo va a ser?

MARISELA.- Ahorita mismo, me dijo que ya venía.

Suena el teléfono móvil de LA SRA. B.

LA SRA. B.- Aló. Sí Melquíades… No, parece que no han venido. ¿Conseguiste a Pajarote, el comisario? ¡Coño por fin me das una noticia buena! ¿Cómo? ¡Qué hijo de puta! ¡¿Eso te pidió?! ¡Pero si nos ha sacado de vainas peores por la mitad de ese precio! ¡¿Y a mí qué coño me importa que haya cambiado el gobierno?!... Bueno chico, sí, ya sé, pero es que no tengo toda esa plata en este momento (mirando a MARISELA). Aunque se me está ocurriendo algo. Ven tú para acá con Pajarote, espérame en la esquina de abajo (cuelga). Oye, tú, voy a salir, no me esperes.

LA SRA. B. sale, corta la electricidad

4

El mismo decorado (luz de día)
MARISELA, SANTOS, LA SRA. B.

Santos entra nervioso con una cámara fotográfica.

SANTOS.- ¿No ha venido tu mamá?

MARISELA.- Vino y se fue, me dijo que no la esperara.

SANTOS (más tranquilo).- Perfecto. Bueno, a lo que vinimos; a ver, déjame arreglar esto para que se vea bien (mueve cosas de un sitio a otro). Misión imposible (por fin encuentra una sábana blanca y la pone en una pared). Bueno, ven aquí. Suéltate el pelo. Así, inclinada (SANTOS comienza con las fotografías). Así, más inclinada. Perfecto. Muy bonita así. Pon cara de mala. Perfecto. Sácate los zapatos. Perfecto. También las medias. Así. Perfecto. Ponte así como si fueras una gata. Perfecto. A ver de rodillas. Perfecto. Súbete la camiseta, muéstrame la barriguita. Perfecto. Sentadita con las piernas cruzadas. Eso, perfecto. A ver de espaldas, sentada con las piernas cruzadas. Bien. Muéstrame la espalda, sacude el pelo. Perfecto. ¿Te quitas la camisa mi amor? Perfecto. Todo, también el sostén. Perfecto. Inclínate un poco. Ahora de lado. Ahora de frente, de pie. Perfecto. Sube los brazos. Aparta el cabello. Perfecto, bellísima. Tapada con los brazos. Muy bien. Inclinada. Perfecto. Otra vez de espaldas. Baja un poquito el short. Perfecto. Un poquito más. Muy bien. Quítatelo. Perfecto. Inclínate un poco. De frente ahora. Cúbrete con la mano. Okay. Perfecto. Ven por aquí. ¿Todo bien?

MARISELA.- Sí.

SANTOS.- Recostada en la cama, así boca abajo. Perfecto. De lado. Levanta esta pierna y apoya la cabeza en la mano. Así. Perfecto. Boca arriba ahora. Eso, pon la boca sexy. Muy bien. Perfecto (SANTOS deja la cámara en la mesa y comienza a quitarse la ropa). No te asustes, sólo voy a terminar de probar qué tan buena eres, para que mi amigo esté tranquilo. Ya sabes. Te voy a hacer unos cariñitos nada más.

MARISELA lo mira indiferente. SANTOS se termina de desnudar y entra a la cama, se coloca sobre MARISELA. En ese momento abre la puerta LA SRA. B. SANTOS salta aterrado, MARISELA se cubre con la sábana, aterrada también.

LA SRA. B. (hacia la puerta)- ¿Está viendo, Comisario, al degenerado este? Para eso vino de Europa, ¿no?, para cogerse a las menores de edad ¡Qué bonito!, ¡qué belleza! Menos mal que vino conmigo, Comisario, que lo vea con sus propios ojos. Ahora que se lo lleven preso, que en la cárcel seguro le hacen la cirugía para que nunca más se vuelva a meter con menores de edad. Estos como que creen que aquí todavía somos indios, que pueden hacer con nosotros lo que les de la gana. Ya le van a explicar bien los demás presos cómo son las cosas por aquí, seguro que así aprende. Sí, vaya a buscar la patrulla, no se preocupe, yo me quedo aquí.

SANTOS sigue desnudo, de pie, paralizado por el miedo; MARISELA no sabe qué hacer, pero se ha calmado al ver que el asunto como que no va con ella.

LA SRA. B.- Qué lástima me das, la verdad es que yo no quisiera estar en tu lugar. No tienes la menor idea de en qué te has metido. Lo que te espera. Me da lástima…

SANTOS (balbuceando).- Pero yo… de verdad… yo no lo hacía por mal.

LA SRA. B.- No, a mí no me tienes que explicar nada, explícaselo a los demás presos, cuando te vengan a cortar las pelotas. No sabes en qué lío te has metido. Me da pena por ti, de verdad.

MARISELA.- ¿Puedo poner la televisión sin volumen?

LA SRA. B.- Tú cállate, que nosotras dos tenemos que hablar.

SANTOS se sienta en el suelo a llorar desconsolado.

LA SRA. B.- Sí, llora, yo que tú también estaría llorando (silencio largo, sólo los sollozos de SANTOS). Oye (a MARISELA), ¿a ti te gusta este tipo? (MARISELA se encoje de hombros, como que le da igual). Este hombre me da tanta lástima que hasta de repente me dan como ganas de ayudarlo, pero no sé, ya el Comisario lo vio, yo creo que no se puede (SANTOS levanta la cabeza). Tendría que darle mucho dinero al Comisario, para que se le olvide; y a la pobre Mariselita, no sé, a ver cómo se le quita el trauma.

SANTOS (llorando).- Lo que usted quiera, pero sálveme… yo no quiero ir a la cárcel… no quiero…

5

El mismo escenario (oscuridad primero, luz de noche después)
LA SRA. B., MARISELA, SANTOS

Con el escenario a oscuras, ruidos de trabajos de herrería y fogonazos de soldadura. Luego, silencio. Al encenderse la luz, todo el interior de la casa está enrejado. El televisor ha quedado afuera, protegido por una caja plástica. LA SRA. B. y MARISELA están sentadas, vestidas, según sus criterios, con elegancia; LA SRA. B. de negro, MARISELA de blanco. Tocan la puerta. LA SRA. B. se levanta y abre. Entra SANTOS

LA SRA. B. (a la puerta).- ¿Cómo se portó? ¿Me lo trató bien? ¿Me lo puso solito en la celda, como le pedí? ¿Entonces de las tarjetas del banco del amigo sólo se pueden sacar quinientos euros cada semana? Bueno, a ver cuánto dura, pues. Eso queda en sus manos… Sí, sí, yo se lo cuido, no se preocupe, no hay ningún problema. Hasta lueguito, pues, Comisario. (Cierra la puerta, se gira, a SANTOS) Bueno mi amigo, ya estamos aquí, ya llegamos al llegadero. Voy a abrir una botella para celebrar, ¿no le parece? (LA SRA. B. va hasta el refrigerador y saca una botella de cidra, la abre y se la da a SANTOS para que sirva en unas copas que están sobre la mesa. Cada quien coge una copa). Quiero hacer un brindis por esta unión y por el futuro de mi hija (en voz baja), espero que no acabe en puta (otra vez en tono grandilocuente). Quiero brindar porque usted cumpla con sus promesas, y se lleve a mi hija a Europa bien lejos de este infierno, que la trate bien, que no la grite ni la pegue, que tengan muchos hijos y ella sea una buena madre, que la verdad es un poco irresponsable, pero no es mala muchacha, aunque si se queda aquí, bueno... Brindo porque a usted le siga yendo bien con sus negocios, esos con los que llegó a mi casa, y espero que no se meta más en problemas. Ya ve, que de ésta ha salido bien parado por puro milagro y porque yo soy buena gente, pero quién sabe qué le puede pasar si se sigue buscando lo que no se le ha perdido (SANTOS, cabizbajo, asiente). Y bueno, ya no sé por qué más brindar. Y usted, amigo, ¿quiere hacer un brindis por algo? ¿No? Bueno, no importa. Ahora puede besar a la novia. Yo los dejo para que celebren su luna de miel.

LA SRA. B. sale, cierra la puerta con llaves y, un par de segundos más tarde, se enciende el televisor con el volumen al máximo y Hugo Chávez gritando en uno de sus momentos más esquizofrénicos. SANTOS y MARISELA se miran, como sin saber qué hacer. Buscan el control remoto de la televisión y no aparece. Con una escoba tratan de apagar el televisor, no pueden. Hugo Chávez vocifera cada vez más fuerte. SANTOS y MARISELA le lanzan vasos al televisor, ollas, jarrones, una plancha, todo lo que encuentran. Pero no, dentro del televisor, protegido por la caja plástica, Hugo Chávez canta, inspirado, como un poseso.


FIN

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