miércoles, 7 de agosto de 2013

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Agra, India, 2011

Ejercicio: mirar la imagen durante cinco segundos mientras avanza el slide en el portarretratos digital.
Me moví para decir “Hello” por el hueco de la escalera y pedir que nos trajeran la cuenta. Al regresar la encontré con esta expresión. Pude hacer la fotografía sin que se diera cuenta. En la mesa le pregunté en qué pensaba. Me dijo que miraba el Taj Majal (estaba a unos trescientos metros) y se preguntaba qué podría haber pasado para que ese edificio tan impresionante estuviera rodeado de tanta pobreza, cómo es que con todos los turistas que venían no habían arreglado la zona. Y sí, la verdad es que por allí todo estaba bastante hecho polvo. Trastos, basura, casitas cayéndose, una copia de los barrios marginales de cualquier parte del mundo pobre. Pero en una azotea, sólo en una, alguien puso una cama para soñar su noche con los ojos abiertos fijos en lo que, probablemente, sea el edificio más oníricamente hermoso del mundo.

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Isla de Coche, Venezuela, 2012

Ejercicio: mirar la imagen durante cinco segundos mientras avanza el slide en el portarretratos digital.

Leyendo el Trópico de Capricornio comencé a imaginar lo que podría salir del ejercicio, sabiendo que me encontraría con el portarretratos en el camino a la cocina y a la taza de té. Supuse que, no importa la foto que me tocara ver, quedaría manchada por el libro de Henry Miller. Así, por ejemplo, si aparecía una de las imágenes de mi mujer que llenan el portarretratos, vendría a mi cabeza una escena libidinosa, necesariamente.

Pero no, aparecieron estas nubecitas y tuve sólo cinco segundos para mirarlas. No pude encontrar en ellas los ovarios, las parejas follando, las mujeres con las piernas abiertas, las tetas o las pollas que llenan el libro de Henry Miller. Nada. Agua inocente volando por el cielo reflejado de la fotografía.

Creo que de haber tenido veinte segundos más esas simpáticas nubecitas se habrían montado una buena fiesta, como las de Nerón, allí, impúdicas, al aire libre.

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Toscana, Italia, 2013


-- ¿Ésa es la iglesia rota?
-- Sí. Tiroteada, bombardeada, refaccionada y ahora, por los campos que están abajo, también fumigada. Supongo que, adentro, el Cristo se sentirá como en casa.