Petit Palais, Paris, 2011
Tenía un gusto tan grande por lo
terrible y por lo grotesco que, por contraste, sacaba de allí un aire
vulgarmente angelical. Luego aprendió a esconderse justo antes de hacer las
cosas indebidas, dando pie a la gente para fantasear lo que, probablemente,
nunca tendrá el coraje de hacer.
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