domingo, 24 de julio de 2011

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Teatro Shakespeare en el Bois de Boulogne, Paris, 2010

Cuando disparé la foto estaba pensando en El Bosco, en los tipos que miran a Cristo mientras, aporreado, carga su cruz. Ahora veo las expresiones y pienso en máscaras, en personajes, en la obra que representaban, Volpone, volpe,  zorro, “el hombre es lobo entre los hombres”; las ideas que se asocian a los zorros y a los lobos no van hacia el mismo sitio, claro, pero había mucho de Hobbes en el texto de Ben Jonson, sólo que en divertido.
Al Leviathan de Hobbes me lo tragué, seco, en una oficina, en una vida anterior, cuando era abogado. Más o menos hacia la mitad del libro aparecía la frasecita manoseada de los hombres-lobos. No tenía mucho que ver con el uso que le dan ahora (para justificar represiones y otros negocios) y, por lo que recuerdo, el libro era un intento de explicar racional y teológicamente al universo entero o, por lo menos, al universo que creía conocer Hobbes; o sea, andaba más bien por el género de la ciencia ficción, sin saberlo.
Jonson y Hobbes vivieron en el mismo lugar durante varios años, quizá se conocieron y, en alguna conversación, apareció la idea de relacionar a los hombres con los canes (zorros para uno, lobos para el otro); no lo sé, pero en todo caso, todavía me alegra recordar la sátira “mordiente”, contemporánea como pocas obras actuales, a pesar de haber sido escrita hace cuatrocientos años, por un colega y competidor de Shakespeare. Por ejemplo: los dos únicos personajes ejemplares de la obra son condenados a muerte, y ejecutados, al comenzar el tercer acto, sin que a nadie le importe ni le duela.


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