viernes, 31 de julio de 2009
de un librito light que estoy acabando para sacarme unas rupias
22-EL EFECTO GUARDIOLA: LA UNIÓN HACE LA FUERZA
Sí, una frase horriblemente gastada, ya lo sé, pero en el mundo real, ¿cuántas veces se ha conseguido aplicar?
Siempre que hay dos o más personas aquello de ponerse de acuerdo para conseguir algo se complica; si a esos dos (supongamos, Pujol y Xavi), le sumamos otros nueve en el terreno de juego; uno principal y otros también importantes en la tribuna presidencial; una decena en el banquillo, uno de los cuales que ha estado dando recomendaciones en el vestuario y durante los entrenamientos; algunas decenas de miles en las gradas del estadio; más de una centena de miles fuera de las gradas pero con carnet; y por último, algunos millones frente a las pantallas de los televisores, no parece tan fácil aquello de ponerse de acuerdo, ¿no?
El fútbol profesional de los grandes clubes de la actualidad es una maraña tal de intereses contrapuestos que difícilmente alguien pueda, hoy, tener las cosas claras. Para esta simple pregunta: ¿quién es más importante, los dueños del equipo o los socios que van al estadio?, hay mil respuestas y todas y ninguna correcta; y cada respuesta tiene consecuencias en el mundo real (por ejemplo, ¿es mejor repartir beneficios que hacer un fichaje caro o al revés?). Al final, lo que ocurre durante el partido sobre el terreno de juego es fiel reflejo del estado al que ha llevado este complejo juego de intereses: ¿tienen los jugadores la moral alta o ha habido roces con el entrenador?, ¿está pensando el entrenador en quedar bien con el presidente del club o, por el contrario, no sale de su cabeza el jugoso contrato que le ha ofrecido el Sr. Tal?, ¿la orden en los vestuarios fue atacar durante todo el partido para quedar bien con los fanáticos o guardar energías para el partido de la Champions de la semana que viene?, etc.
Quien, finalmente, debe tomar decisiones prácticas (sobre todo tácticas) y asumir responsabilidades es el entrenador. Es él quien da las órdenes concretas para el partido y quien intenta dirigir, a través del capitán, a la oncena durante el juego. Si no hay química de los jugadores con el entrenador, o éste no es suficientemente capaz, aún teniendo un excelente equipo es muy difícil que las cosas marchen bien.
Un buen entrenador no necesariamente tiene que ser un gran deportista (el mejor ejemplo de mal gobierno es la selección de Argentina bajo el mando de Maradona en la actualidad); ni un hábil intermediario entre los intereses de los jugadores y los de la dirección; ni un tipo especialmente duro, ni demasiado amistoso; de hecho, no hay fórmula capaz de definir lo que es un buen entrenador, así como tampoco un entrenador es siempre y eternamente bueno (¿recuerdan a Van Gal?); como con tantas cosas, lo único que se puede hacer es mirar los resultados; y en ese sentido, fuera de cualquier discusión, en la temporada 2008/2009 el Barca ha estado bajo un sujeto genial.
Citando a otro gran entrenador, Jordi Pujol, el día que el Barca ganó la Liga en 1991 y el ánimo de los barcelonistas no estaba para discursos largos (y silbando se lo hicieron saber): ¡[Visca Pep], visca el Barca, visca Catalunya!]
23-LOS DEMONIOS
Así como hay un principio inmemorial estableciendo que, para las copas del mundo, una vez gana Europa y la siguiente América, en la Liga española parece haber otro principio que dicta: si el Barca está bien el Real Madrid está en crisis, y al revés.
Por supuesto, quizá somos nosotros que interpretamos las cosas de forma exagerada, pero sí, parece haber una constante: cuando unos funcionan, los otros no.
Normalmente las grandes rivalidades se dan entre sujetos que se encuentran al mismo nivel, y en este caso lo están, sólo que en el tiempo no coinciden.
Si miramos las épocas doradas (revisando títulos de Liga) de ambos equipos encontramos:
La primera edad dorada del Barca va de mediados de los años cuarenta a mediados de los años cincuenta. La segunda edad dorada ocurre durante la primera mitad de los años noventa. Y lo que parece el inicio de una tercera edad dorada, desde mediados de esta década hasta, esperemos, la eternidad.
La historia del Real Madrid muestra una larga primera edad dorada que va de la segunda mitad de los años cincuenta hasta, prácticamente, los años ochenta. Una segunda edad dorada en la segunda mitad de los ochenta. Y un periodo de alternancia, durante los años recientes.
El Atlético de Madrid, el Athletic y el Valencia tienden a llenar los agujeros que quedan libres.
¿Por qué, a diferencia de otras ligas, el primer y segundo lugar no pasan de unas manos a otras cada año? Se puede pensar muchas cosas, pero si no queremos echarle la culpa a los demonios, vale la pena buscar razones más terrenales.
Siguiendo la trayectoria del Real Madrid, y conociendo su habitual cercanía (no sólo geográfica) al poder político, es casi normal que el club merengue haya tenido una racha larga mientras ocupaba el gobierno la derecha (desde que el franquismo se asentó hasta que la transición democrática fue un hecho). Su segundo periodo de bonanza coincide con la movida madrileña y el inicio de la conversión de esa ciudad gris y beata que fue Madrid durante el franquismo, a una ciudad moderna y seductora. El tercer periodo se sobrepone al alcance de esa realidad: el Madrid de hoy es un lugar vivaz, enérgico, con servicios públicos modernos y un fuerte tufo a progreso (por lo menos, hasta la llegada de la crisis).
El Barca, por su parte, prosperó en la posguerra europea (cuando el régimen de Franco andaba aislado y debilitado, y las potencias occidentales no terminaban de decidir qué hacer con él); languideció durante la férrea dictadura, y resurgió, como un vistoso Fénix, en la época de las Olimpiadas, cuando Barcelona ganó merecida fama como capital Europea. Actualmente, en esta ciudad ambigua, entre cosmopolita y provinciana, a la que cantó acertadamente el Gato Pérez, el Barca se convierte en una referencia de universalidad.
Por suerte, en la Europa actual, los demonios de la guerra y la tiranía han desaparecido (o se esconden en las bolsas de valores, pero esa es otra historia); y por eso, seguramente, para un equipo con tradición libertaria como el Barca las cosas, en el futuro, no pueden ir mal.
¡Forca Barca!
Sí, una frase horriblemente gastada, ya lo sé, pero en el mundo real, ¿cuántas veces se ha conseguido aplicar?
Siempre que hay dos o más personas aquello de ponerse de acuerdo para conseguir algo se complica; si a esos dos (supongamos, Pujol y Xavi), le sumamos otros nueve en el terreno de juego; uno principal y otros también importantes en la tribuna presidencial; una decena en el banquillo, uno de los cuales que ha estado dando recomendaciones en el vestuario y durante los entrenamientos; algunas decenas de miles en las gradas del estadio; más de una centena de miles fuera de las gradas pero con carnet; y por último, algunos millones frente a las pantallas de los televisores, no parece tan fácil aquello de ponerse de acuerdo, ¿no?
El fútbol profesional de los grandes clubes de la actualidad es una maraña tal de intereses contrapuestos que difícilmente alguien pueda, hoy, tener las cosas claras. Para esta simple pregunta: ¿quién es más importante, los dueños del equipo o los socios que van al estadio?, hay mil respuestas y todas y ninguna correcta; y cada respuesta tiene consecuencias en el mundo real (por ejemplo, ¿es mejor repartir beneficios que hacer un fichaje caro o al revés?). Al final, lo que ocurre durante el partido sobre el terreno de juego es fiel reflejo del estado al que ha llevado este complejo juego de intereses: ¿tienen los jugadores la moral alta o ha habido roces con el entrenador?, ¿está pensando el entrenador en quedar bien con el presidente del club o, por el contrario, no sale de su cabeza el jugoso contrato que le ha ofrecido el Sr. Tal?, ¿la orden en los vestuarios fue atacar durante todo el partido para quedar bien con los fanáticos o guardar energías para el partido de la Champions de la semana que viene?, etc.
Quien, finalmente, debe tomar decisiones prácticas (sobre todo tácticas) y asumir responsabilidades es el entrenador. Es él quien da las órdenes concretas para el partido y quien intenta dirigir, a través del capitán, a la oncena durante el juego. Si no hay química de los jugadores con el entrenador, o éste no es suficientemente capaz, aún teniendo un excelente equipo es muy difícil que las cosas marchen bien.
Un buen entrenador no necesariamente tiene que ser un gran deportista (el mejor ejemplo de mal gobierno es la selección de Argentina bajo el mando de Maradona en la actualidad); ni un hábil intermediario entre los intereses de los jugadores y los de la dirección; ni un tipo especialmente duro, ni demasiado amistoso; de hecho, no hay fórmula capaz de definir lo que es un buen entrenador, así como tampoco un entrenador es siempre y eternamente bueno (¿recuerdan a Van Gal?); como con tantas cosas, lo único que se puede hacer es mirar los resultados; y en ese sentido, fuera de cualquier discusión, en la temporada 2008/2009 el Barca ha estado bajo un sujeto genial.
Citando a otro gran entrenador, Jordi Pujol, el día que el Barca ganó la Liga en 1991 y el ánimo de los barcelonistas no estaba para discursos largos (y silbando se lo hicieron saber): ¡[Visca Pep], visca el Barca, visca Catalunya!]
23-LOS DEMONIOS
Así como hay un principio inmemorial estableciendo que, para las copas del mundo, una vez gana Europa y la siguiente América, en la Liga española parece haber otro principio que dicta: si el Barca está bien el Real Madrid está en crisis, y al revés.
Por supuesto, quizá somos nosotros que interpretamos las cosas de forma exagerada, pero sí, parece haber una constante: cuando unos funcionan, los otros no.
Normalmente las grandes rivalidades se dan entre sujetos que se encuentran al mismo nivel, y en este caso lo están, sólo que en el tiempo no coinciden.
Si miramos las épocas doradas (revisando títulos de Liga) de ambos equipos encontramos:
La primera edad dorada del Barca va de mediados de los años cuarenta a mediados de los años cincuenta. La segunda edad dorada ocurre durante la primera mitad de los años noventa. Y lo que parece el inicio de una tercera edad dorada, desde mediados de esta década hasta, esperemos, la eternidad.
La historia del Real Madrid muestra una larga primera edad dorada que va de la segunda mitad de los años cincuenta hasta, prácticamente, los años ochenta. Una segunda edad dorada en la segunda mitad de los ochenta. Y un periodo de alternancia, durante los años recientes.
El Atlético de Madrid, el Athletic y el Valencia tienden a llenar los agujeros que quedan libres.
¿Por qué, a diferencia de otras ligas, el primer y segundo lugar no pasan de unas manos a otras cada año? Se puede pensar muchas cosas, pero si no queremos echarle la culpa a los demonios, vale la pena buscar razones más terrenales.
Siguiendo la trayectoria del Real Madrid, y conociendo su habitual cercanía (no sólo geográfica) al poder político, es casi normal que el club merengue haya tenido una racha larga mientras ocupaba el gobierno la derecha (desde que el franquismo se asentó hasta que la transición democrática fue un hecho). Su segundo periodo de bonanza coincide con la movida madrileña y el inicio de la conversión de esa ciudad gris y beata que fue Madrid durante el franquismo, a una ciudad moderna y seductora. El tercer periodo se sobrepone al alcance de esa realidad: el Madrid de hoy es un lugar vivaz, enérgico, con servicios públicos modernos y un fuerte tufo a progreso (por lo menos, hasta la llegada de la crisis).
El Barca, por su parte, prosperó en la posguerra europea (cuando el régimen de Franco andaba aislado y debilitado, y las potencias occidentales no terminaban de decidir qué hacer con él); languideció durante la férrea dictadura, y resurgió, como un vistoso Fénix, en la época de las Olimpiadas, cuando Barcelona ganó merecida fama como capital Europea. Actualmente, en esta ciudad ambigua, entre cosmopolita y provinciana, a la que cantó acertadamente el Gato Pérez, el Barca se convierte en una referencia de universalidad.
Por suerte, en la Europa actual, los demonios de la guerra y la tiranía han desaparecido (o se esconden en las bolsas de valores, pero esa es otra historia); y por eso, seguramente, para un equipo con tradición libertaria como el Barca las cosas, en el futuro, no pueden ir mal.
¡Forca Barca!
domingo, 26 de julio de 2009
de un librito light que estoy acabando para sacarme unas rupias
24-LA VUELTA AL MUNDO EN OCHENTA PEÑAS
Basta dar un vistazo a www.penyesblaugrana.com para darse cuenta de que el tema de la globalización del Barca es un asunto que va en serio. La mayor parte de los países europeos tienen, por lo menos, una peña; en Estados Unidos, un país con muy poca tradición futbolística, ya hay tres; en Latinoamérica las vemos en todos los lugares donde llegó una buena cantidad de migración española; en los gigantes asiáticos (China, Japón e India) ya abrieron otras; y hasta en Oceanía hay un par.
¿Cuál puede ser el futuro de un equipo planetario? ¿Cómo funcionarán los grandes clubes de aquí a diez o veinte años? ¿Cómo harán para satisfacer a tantos mercados? ¿Diseñarán un equipo base y luego, según el contexto, adaptarán? ¿Cómo se puede adaptar un equipo de fútbol? ¿Aparecerán sucursales? Ya hemos visto que este año el Barca estuvo a punto de abrir un derivado en la liga de fútbol de los Estados Unidos; en el 2009 no se pudo, dijeron que por el contexto de crisis, pero las bases están para que ocurra próximamente. ¿Se globalizarán los clubes, como las marcas deportivas, y podremos ver un derivado del Manchester contra un derivado del Inter en la liga de fútbol japonesa? ¿Ganará un día el derivado del Barca la copa de clubes de Brasil? ¿O serán las ligas nacionales que perderán importancia para dar paso a torneos continentales e intercontinentales? ¿Se jugará un mundial de fútbol cada año?
Como se ve, y sólo hablando de un par de temas, es muy probable que el mundo del fútbol viva en los próximos años cambios radicales. Hoy por hoy, y en este sentido, el Barca está dando un gran ejemplo: apostando por el nivel deportivo, por una imagen de marca global pero con sabor local, por el talento de los jugadores dentro del trabajo de equipo, muestra la vía de una globalización coherente. Si los directivos, y detrás de ellos, los socios, mantienen las ideas claras, es probable que, para el Barca, expandirse no signifique extirpar el espíritu que lo trajo adonde está.
¡Forza Barca!
Basta dar un vistazo a www.penyesblaugrana.com para darse cuenta de que el tema de la globalización del Barca es un asunto que va en serio. La mayor parte de los países europeos tienen, por lo menos, una peña; en Estados Unidos, un país con muy poca tradición futbolística, ya hay tres; en Latinoamérica las vemos en todos los lugares donde llegó una buena cantidad de migración española; en los gigantes asiáticos (China, Japón e India) ya abrieron otras; y hasta en Oceanía hay un par.
¿Cuál puede ser el futuro de un equipo planetario? ¿Cómo funcionarán los grandes clubes de aquí a diez o veinte años? ¿Cómo harán para satisfacer a tantos mercados? ¿Diseñarán un equipo base y luego, según el contexto, adaptarán? ¿Cómo se puede adaptar un equipo de fútbol? ¿Aparecerán sucursales? Ya hemos visto que este año el Barca estuvo a punto de abrir un derivado en la liga de fútbol de los Estados Unidos; en el 2009 no se pudo, dijeron que por el contexto de crisis, pero las bases están para que ocurra próximamente. ¿Se globalizarán los clubes, como las marcas deportivas, y podremos ver un derivado del Manchester contra un derivado del Inter en la liga de fútbol japonesa? ¿Ganará un día el derivado del Barca la copa de clubes de Brasil? ¿O serán las ligas nacionales que perderán importancia para dar paso a torneos continentales e intercontinentales? ¿Se jugará un mundial de fútbol cada año?
Como se ve, y sólo hablando de un par de temas, es muy probable que el mundo del fútbol viva en los próximos años cambios radicales. Hoy por hoy, y en este sentido, el Barca está dando un gran ejemplo: apostando por el nivel deportivo, por una imagen de marca global pero con sabor local, por el talento de los jugadores dentro del trabajo de equipo, muestra la vía de una globalización coherente. Si los directivos, y detrás de ellos, los socios, mantienen las ideas claras, es probable que, para el Barca, expandirse no signifique extirpar el espíritu que lo trajo adonde está.
¡Forza Barca!
viernes, 3 de julio de 2009
sin titulo (continuacion)
La narración del itinerario del primer conquistador que pisó México corrió más aventuras que el mismo conquistador, un hombre apellidado Grijalva que, sin saberlo, le abrió la puerta a Cortés.
Aparentemente, a medidados del siglo XIX el original de las aventuras de Grijalva había desaparecido; sólo existía una traducción al toscano, llena de errores, hecha por un veneciano que tuvo el original al frente. De las dificultades para regresar el texto al castellano se lamenta un mexicano que, en 1858, publicó un libro para rescatar de la desaparición una colección heterogénea de fragmentos olvidados o inéditos, escritos en los tiempos de la conquista.
El autor del itinerario de Grijalva fue, de acuerdo con el mexicano, un cura de apellido Díaz que, según, juzgó duramente a su protagonista. Dos copias manuscritas encontró el mexicano de la traducción al toscano; en ambas, el viaje de Grijalva venía acompañado por los relatos de otros aventureros en distintos puntos oscuros del mapamundi de la época. A continuación, siempre siguiendo al mexicano, el itinerario de Grijalva entra y sale de distintas ediciones de libros de viajes hasta que, en una de esas, se abre la opción de que el original haya aparecido en un libro publicado en Sevilla a finales del siglo XVI, pero el mexicano duda que sea el texto original porque el autor parece trabajar sobre obras escritas en latín que datan de 1511, es decir, antes del asunto, y además cree que de haber existido el itinerario de Grijalva en castellano los eruditos nunca hubieran usado la traducción toscana.
Aparentemente, a medidados del siglo XIX el original de las aventuras de Grijalva había desaparecido; sólo existía una traducción al toscano, llena de errores, hecha por un veneciano que tuvo el original al frente. De las dificultades para regresar el texto al castellano se lamenta un mexicano que, en 1858, publicó un libro para rescatar de la desaparición una colección heterogénea de fragmentos olvidados o inéditos, escritos en los tiempos de la conquista.
El autor del itinerario de Grijalva fue, de acuerdo con el mexicano, un cura de apellido Díaz que, según, juzgó duramente a su protagonista. Dos copias manuscritas encontró el mexicano de la traducción al toscano; en ambas, el viaje de Grijalva venía acompañado por los relatos de otros aventureros en distintos puntos oscuros del mapamundi de la época. A continuación, siempre siguiendo al mexicano, el itinerario de Grijalva entra y sale de distintas ediciones de libros de viajes hasta que, en una de esas, se abre la opción de que el original haya aparecido en un libro publicado en Sevilla a finales del siglo XVI, pero el mexicano duda que sea el texto original porque el autor parece trabajar sobre obras escritas en latín que datan de 1511, es decir, antes del asunto, y además cree que de haber existido el itinerario de Grijalva en castellano los eruditos nunca hubieran usado la traducción toscana.
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