AINA
Informe sobre la situación de Latinoamérica como espacio potencial para desarrollar los proyectos efectuados en Afganistán
Autor: Armando Luigi
INTRODUCCIÓN
Este breve informe intenta ser una primera aproximación a las condiciones de Latinoamérica como potencial beneficiaria del tipo de actividades que desarrolla la ONG Aina.
Este informe tiene cuatro partes:
En la primera parte se presenta un resumido panorama de la región y se escoge un grupo de países representativos en situación crítica, según datos de organismos internacionales (ONU, UNESCO, Banco Mundial, OCDE). Los criterios utilizados son: nivel de pobreza, carencias en el sistema educativo, amenazas a la democracia.
En la segunda parte, a partir de estudios de ONGs reconocidas, se hace un pequeño balance de la situación de estos países en relación con la libertad de prensa, las violaciones de derechos humanos, la inestabilidad política, y la inseguridad.
En la tercera parte, siguiendo un estudio preparado por la UNESCO e informaciones recogidas de internet, se trata de manera general las condiciones de los centros de enseñanza de las profesiones relacionadas con la comunicación social, sus redes, y la situación de la prensa diaria.
En la cuarta parte, con informaciones de páginas especializadas en trabajo asociativo, se presenta una selección de ONGs que desarrolla en la región actividades afines a los objetivos de AINA.
A continuación, se presenta un grupo de conclusiones y recomendaciones que pueden, perfectamente, ser leídas antes del cuerpo del trabajo.
Finalmente, los anexos reúnen los datos de los organismos internacionales y muestran, en mapas, las características del continente; en la bibliografía se presentan las fuentes utilizadas.
PRIMERA PARTE: EL DESARROLLO ECONÓMICO
Latinoamérica, como región, presenta niveles de desarrollo humano medio, equivalentes a la situación actual de las antiguas repúblicas soviéticas, aunque con características históricas y económicas completamente diferentes. Una de las principales particularidades de la región es la enorme desigualdad en la distribución de la riqueza, que está entre las peores del mundo. Este fenómeno ha marcado la historia de la región y es fundamental para comprender el presente; la desigualdad ha sido una de las causas fundamentales de la inestabilidad política y económica que ha dejado a la región en un puesto secundario en relación al flujo de inversiones característico del proceso de globalización; en Latinoamérica no se ve el salto a la industrialización que se dio en algunos países asiáticos, o los altos índices de crecimiento continuo de China e India.
En la actualidad dos países lideran económicamente a la región: al sur, el gigante brasileño, con un gobierno moderado de izquierda que ha conseguido estabilizar la economía y aumentar los niveles de ingresos, aunque no ha logrado reducir significativamente la pobreza; un objetivo que sí ha alcanzado Chile, convertido en un modelo dentro de la región, entre otras cosas, porque ha alcanzado el mejor nivel de desarrollo humano al sur del Río Grande (sólo superado por Barbados, un pequeño país insular que reúne condiciones particulares).
Al norte, el otro motor económico es México, fuertemente vinculado a los Estados Unidos, pero con problemas de violencia graves derivados del narcotráfico.
Contra el modelo de crecimiento económico y el proceso de globalización se encuentra el gobierno cubano y su réplica, la Revolución Bolivariana de Venezuela; esta revolución se justifica a sí misma declarando la lucha contra la desigualdad; sin embargo, ha generado procesos complicados, que incluyen violaciones de los derechos humanos, debilitamiento del sector privado, aislamiento internacional, control gubernamental generalizado, violencia y, en cambio, no ha conseguido acabar con la pobreza. En la actualidad los gobiernos de Bolivia y Nicaragua siguen de cerca el ejemplo venezolano, mientras otros países lo hacen a cierta distancia; en Honduras la copia del modelo venezolano llevó a un golpe de Estado que instaló recientemente a un gobierno conservador de derecha, evidenciando la fuerte polarización y la debilidad de la democracia en buena parte del continente.
También del lado conservador y con tendencias hacia el autoritarismo se encuentra Colombia, que sufre una desastrosa guerra civil desde hace décadas y mantiene la violencia y las violaciones de los derechos humanos a niveles trágicamente altos.
Los países del sur (Argentina, Uruguay, Paraguay, Perú, Ecuador) presentan, en este momento, un cuadro mucho menos dramático; pero persisten los problemas tradicionales de pobreza, desigualdad, fragilidad de la economía, inestabilidad política, debilidad institucional y falta de proyectos aglutinantes, aunque las expectativas son que el futuro mejore al presente.
En el Caribe un mosaico de islas con historias diferentes da lugar a casos puntuales, que van desde paraísos fiscales como las Bermudas; pasando por burbujas turísticas como Aruba; colonias o semi colonias como Guadalupe o Puerto Rico; hasta llegar a naciones con problemas graves de pobreza extrema, a niveles africanos, como Haití, el país más pobre del continente, destino habitual de las campañas de ayuda humanitaria.
Centroamérica, por su parte, presenta dos modelos básicos heredados de los tiempos de la Guerra Fría. Por un lado están los países-vitrina de lo que fue el bloque occidental (Costa Rica, Panamá, Belice), muy vinculados a los Estados Unidos, pequeños y relativamente estables; y por el otro lado se encuentran los antiguos escenarios periféricos de conflicto (Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala), mucho más poblados que el grupo anterior, víctimas de terribles guerras civiles, y con graves problemas de pobreza extrema, violencia, droga, desigualdad, violaciones de derechos humanos, crimen organizado, inestabilidad política, etc.
El anexo A reúne el grupo de países que, según los datos, pueden considerarse los más necesitados del tipo de proyectos que ejecuta Aina; los datos se relacionan con niveles de desarrollo, educación, medios de comunicación, acceso a nuevas tecnologías y ayuda internacional recibida. En cada apartado se destacan en rojo los casos más graves.
En lo que se refiere a los índices de desarrollo Haití se aparta del grupo, presenta grandes necesidades que no resuelven las altas sumas de ayuda internacional recibida; los ingresos per capita apenas pasan los mil dólares al año, es decir, se encuentran al nivel de los países subsaharianos; en Haití no existen datos sobre muchas de las variables escogidas (al igual que pasa con Venezuela, aunque por otras razones), pero no es difícil deducir que, de existir los datos, Haití se mantendría en la cola del grupo.
Otro caso con características muy particulares es Surinam, colonia holandesa hasta fechas recientes (1975), con índices económicos, de desarrollo y educativos particularmente bajos, a pesar de que su ingreso per capita es relativamente alto, recibe importantes sumas de ayuda internacional, incluso mayores que Haití, y tiene una población poco numerosa (menos de 500 mil habitantes).
Pasando a los países de América del sur, Bolivia es quien muestra las peores cifras: bajo índice de desarrollo humano, una quinta parte de la población en situación de pobreza extrema, y poco acceso a tecnologías de la comunicación; en términos de desarrollo, Bolivia está más cerca de Centroamérica que de Suramérica.
El grupo de países centroamericanos que sirvió de escenario periférico durante la Guerra Fría (Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua) muestra en las estadísticas las secuelas del conflicto. Nicaragua y Guatemala, particularmente, presentan índices de desarrollo débiles; bajos niveles de alfabetización en adultos, y poca presencia de los medios de comunicación; llama la atención que el ingreso per capita de Guatemala es relativamente alto y que Nicaragua recibe una suma considerable por concepto de ayuda internacional. Honduras presenta problemas serios en sus niveles de pobreza extrema, mientras El Salvador muestra las estadísticas más favorables del grupo.
Colombia, por su parte, después de décadas de una guerra civil que todavía persiste, con un ingreso medio para la región, mantiene niveles de pobreza extrema altos (14% de la población), pero desde el punto de vista de los índices de desarrollo, los parámetros de educación, la presencia de medios de comunicación y el acceso a las nuevas tecnologías, se encuentra en una situación bastante mejor que el grupo de países de Centroamérica.
Por último, Venezuela, un país petrolero con una historia reciente compleja, muestra poco de su situación interna en sus estadísticas oficiales; por declaraciones ocasionales de su Presidente, quien ataca a los organismos internacionales, se podría pensar que se trata de una estrategia intencional de aislamiento.
SEGUNDA PARTE: LOS DERECHOS HUMANOS
De acuerdo con los informes de Amnesty International, Reporteros sin Fronteras, y Human Right Watch se puede concluir que, entre los países escogidos, se presentan los siguientes escenarios:
1. Situación próxima a la anarquía (debilidad del poder público; violencia generalizada aunque poco organizada; violaciones de derechos humanos reiteradas de parte de los órganos de seguridad y de la población armada): es el caso de Haití, que ha pedido la intervención de los cascos azules recientemente (2004) para poder controlar la situación interna. Destaca la corrupción del poder judicial, la violencia y la inestabilidad; persiste la violencia de género y el tráfico humano; en cambio, no ha habido ataques recientes a periodistas.
2. Guerra civil (territorios ocupados por fuerzas que se enfrentan violentamente al gobierno; violaciones repetidas de los derechos humanos fundamentales, de parte del Estado y de las entidades armadas; actos de terrorismo; genocidio; violencia urbana; debilidad de las instituciones políticas y sociales; elevado número de desplazados y refugiados): es el caso de Colombia, que sufre desde hace medio siglo una guerra civil crónica relacionada con varios aspectos: movimientos subversivos de izquierda radical característicos de la Guerra Fría; producción de droga y narcotráfico; delincuencia organizada bajo la sombra del gobierno, paramilitares; corrupción del poder público y debilidad de las instituciones). A pesar de este cuadro, Colombia, como se muestra en la primera parte de este informe, mantiene índices de desarrollo humano relativamente altos, lo que sugiere la existencia de dos realidades paralelas: por una parte, el país urbano que intenta moverse al ritmo de la globalización a pesar de los problemas derivados de la guerra; y por otro lado, una gran parte del mundo rural, empobrecido por el conflicto armado. En Colombia, quien levanta la voz contra los grupos armados (guerrilla, narcotraficantes, paramilitares) corre un serio peligro de muerte; los sindicalistas han sido recientemente el colectivo más afectado; todas las partes que intervienen en el conflicto violan repetidamente derechos humanos y las víctimas habituales son las personas con menos recursos; el ejercicio de la profesión de periodista sigue siendo peligroso, y aunque no ha habido asesinatos en los últimos meses sí se han dado casos de exilio.
3. Situación post bélica no resuelta (violencia generalizada; debilidad del Estado; violaciones de los derechos humanos de parte de los órganos de represión oficiales; corrupción y debilidad de las instituciones; narcotráfico; crimen organizado): el grupo de países centroamericanos (Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua) vive la situación post bélica a niveles distintos. En toda la región la violencia ha pasado de las zonas rurales a las áreas urbanas, bajo la forma de pandillas juveniles y de crimen organizado, que muchas veces actúa en complicidad con la policía. La débil actividad económica favorece los altos niveles de pobreza, y la incierta situación política, junto a la violencia, mantiene las inversiones alejadas y la capacidad de ahorro mermada, dando lugar al conocido círculo vicioso de la pobreza. La corrupción, la violencia, las bandas armadas, y la desigualdad, aparecen como causas de las violaciones de los derechos humanos; la impunidad sobre los crímenes es la regla, lo que implica un alto riesgo para las personas que deciden denunciar los abusos del gobierno o la actuación del crimen organizado.
4. Situación próxima al conflicto armado (inestabilidad política; episodios de violencia causados por diferencias ideológicas; debilidad del Estado central; violaciones repetidas de los derechos humanos por parte del gobierno y de los bandos opositores; intentos de control gubernamental de servicios, actividades económicas y medios de comunicación que hasta fechas recientes pertenecían al sector privado): es el caso de Bolivia, el país más pobre de Suramérica, que ha visto crecer una espiral de tensiones en los últimos años; el presidente Evo morales, líder de un movimiento de base popular y campesina, ha buscado enfrentarse a los poderes económicos tradicionales adaptando, en parte, los métodos del presidente venezolano; sin embargo, el soporte de Morales en las zonas urbanas no es suficientemente fuerte, lo que ha llevado a una tensa situación que puede degenerar rápidamente en violencia, y es imposible saber hasta qué grado. Bolivia, como los países centroamericanos citados, es víctima del círculo vicioso de la pobreza. La violencia política y la impunidad están entre las principales causas de las violaciones de derechos humanos; la discriminación étnica sigue siendo fuente de tensiones y la polarización política se ha convertido en una fuerte amenaza para la prensa.
5. Situación próxima a la dictadura (intervención del Estado en prácticamente todos los aspectos de la economía y de la sociedad; oposición política debilitada; violación de los derechos humanos por parte de los órganos de seguridad; control, censura, o cierre de los medios de comunicación; debilitamiento del sector privado; expropiaciones arbitrarias; corrupción e impunidad de los funcionarios públicos; poder legislativo adherido al ejecutivo; altos índices de violencia y criminalidad; imposición de un discurso único dominante acorde con los intereses del gobierno; culto a la personalidad del dirigente): es el caso de Venezuela que, durante la década de gobierno chavista, ha ido adoptando características del modelo cubano; los altos ingresos del petróleo han permitido al gobierno venezolano debilitar la actividad económica privada y fomentar la intervención del Estado en casi todos los sectores económicos, mientras se impone un discurso único similar al que fue utilizado en el mundo comunista. El gobierno venezolano ha minado la libertad de expresión, la independencia del poder judicial prácticamente no existe, y los abusos de los cuerpos de seguridad son una práctica común; tanto los periodistas como los defensores de derechos humanos se encuentran bajo amenaza; la ausencia de control sobre las armas mantiene al país en una situación de violencia extrema, sobre todo en las ciudades; las presiones de parte del gobierno sobre los medios de comunicación son constantes y ha habido asesinatos de periodistas recientemente.
sábado, 3 de abril de 2010
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